ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de marzo  de 2023
                               
 

Nuevo romance al Pali

He leído en las gacetas, las gacetas sevillanas, que lo de tu monumento, querido Pali, está en marcha, y que pronto te veremos en bronce junto a tu casa, porque ya hasta Patrimonio la cuestión tiene aprobada y el Ayuntamiento espera la fecha de inaugurarla, y quedarás para siempre empernacado en la plaza que está al final de tu calle, tu calle de la Aduana, que es el nombre que tenía antes que Tomás de Ybarra, y donde tú te ponías en ya lejanas mañanas a leer el ABC con aquellas gordas gafas que en vez de cristales creo culos de vasos llevaban, vasos de Blanco Cerrillo, vasos de tinto con agua y de tapa de altramuces o conchita de "arvellanas".

El escultor que te ha hecho inmortal en esa estatua lleva un nombre que nos suena a vieja Semana Santa, a los Cristos que esculpieron e hicieron de nueva planta: todo aquello que en la guerra las turbas rojas quemaran. El escultor que te ha hecho Méndez Lastrucci se llama. Te ha sacado en la postura que todos te recordaban: empernacado en tu silla, capitán con mando en plaza del Postigo del Aceite, del Arenal y Triana, de Trovador de Sevilla como yo te bautizara y por eso tú Padrino a mí siempre me llamabas. Porque te saqué de pila con título que cuadraba con la ciudad que en cien coplas y siete mil sevillanas cantaste como ninguno, con esas viejas tonadas, tan sencillas y tan nuestras, tan sentidas y tan llanas, que dicen que te inspiraste en las de Leal de Camas, pero añadiste a esas letras el mundo de tu nostalgia, que la ciudad de tus sueños, tu Sevilla, se acababa, y con tanto y tanto cambio estaba desfigurada, pero fijada en tu copla y recordada en tu alma, en los versos inmortales de todas tus sevillanas, bacalao en las Lumbreras, o aquella niña tan guapa a la que parió Sevilla y le pusieron Triana, con sábalos en adobo y una Velá con cucaña, o la Alameda que no era aquella que tú soñabas.

Así que estoy deseando, Ahijado Pali del alma, Trovador de una Sevilla que es ya recuerdo y nostalgia, que es inmortal por tus versos, inmortal por tus palabras, a verte siempre sentado en la silla de tu estatua. Pero permíteme, Pali, que como ahijado te haga una confesión sincera que no es para callarla. Porque el lugar que han pensado para ponerte la estatua, no me negarás, ay, Paco, que ese sitio tiene guasa. ¡Cuidado que te hayan puesto precisamente en la plaza en donde nos pega Hacienda cada susto que nos mata! Aunque ahora nos la nombren como Agencia Tributaria, el infarto es siempre el mismo cuando te llega esa carta, que te dice en plan muy serio, que es carta certificada, que debes pagarle a Hacienda la gorda deuda atrasada. Con la de calles que hay, con la cantidad de plazas, ¿no podían haberte puesto en otro sitio la estatua? Por si todo fuera poco, ¿sabes que aquello se llama "Plaza de Indalecio Prieto", que era un ministro sociata, más rojo que la muleta de Carriles o Perlacia? Como verás, lo de Prieto a ti no te pega nada, que no eras tricolor, eras de la roja y gualda, y pediste que a tu muerte, vaya epitafio con Patria: "De que no repique a duelo/la torre de la Giralda/y tapen mi cuerpo frío/con mi bandera de España." Quiten el nombre de Prieto y pongan "Pali" a esa plaza del eterno Trovador empernacado en su estatua.

 

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