ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  7 de marzo  de 2023
                               
 

Los Hércules de la Alameda

No sé cómo el Hércules es un equipo de fútbol de Alicante, cuando de verdad donde somos partidarios del dios de los mitológicos doce trabajos es en Sevilla. Tan de Hércules somos, que hasta a Julio César lo convertimos en Hércules. La mayor batalla que ganó Julio César fue que Sevilla lo elevara a la condición de deidad en la Alameda. Donde tenemos a los Hércules repetidos. No sólo existe la Alameda de Hércules, sino los Hércules de la Alameda, como popularmente se les llama a su estatua y a la de Julio César colocadas en el paseo que creó en 1574 el asistente Conde de Barajas. Hasta el XVI, la Alameda era un lugar insaluble de charcas y lagunas de los brazos del río. Fue entonces cuando Barajas decidió transformarlo en un gran jardín, con paseos, árboles y fuentes. Y colocó las dos columnas con las esculturas de Hércules y Julio César. Esas columnas las trajeron del templo romano de la calle Mármoles. Nueve carros con 18 ejes fueron precisos para trasladarlas hasta la Alameda. Y sobre capiteles tomados al Cabildo Metropolitano en la calle Abades, colocaron las dos esculturas, obra de Diego de Pesquera. La Alameda quedó entonces convertida en un paseo elegante, sobre aquellas charcas inmundas que Barajas desecó. En el pedestal de los fustes se colocó una lápida que recordaba la reforma.

Dos siglos más tarde, en 1765, al otro extremo de la Alameda, se colocan otras dos columnas, con sendos leones que sostienen las armas de Castilla y de León y que labró el escultor Cayetano de Acosta, por iniciativa del asistente Ramón de Larrumbe, a quien se recuerda en otra lápida en el pedestal. Pero estos leones del extremo norte de la Alameda no son los verdaderos Hércules popularísimos. ¡Lo que no habrán visto esos Hércules de la Alameda desde lo alto de sus columnas! Las que pusieron de negro luto cuando el entierro de Joselito el Gallo. Hércules ha visto el manto de Penélope de que el más elegante salón se convertiría con el paso del tiempo en degradado escenario de la mala vida y de la prostitución, en una especie de barrio chino.

Desde el Conde de Barajas a nuestros días no han hecho más que reformar la Alameda, que ya no es sombra de lo que fue inicialmente y del carácter de paseo popular y familiar que tuvo luego, con puestos de cristales y cines de verano. En la última desgraciada reforma dejaron a la Alameda casi irreconocible, en esa degradación de la Sevilla que va desde Las Setas hacia La Barqueta. Y les quitaron a las columnas las rejas que protegían la base de sus cuatro fustes. Ahora el Ayuntamiento va a instalar de nuevo aquellos cerramientos de rejas alrededor de las dos parejas de columnas de la Alameda, para evitar más daños y actos vandálicos en sus bases. Cerramientos que quitaron en 2007, en las obras de remodelación que desfiguraron lo que conocíamos como popular Alameda. Ojalá no quede la cosa sólo en la reposición de los cerramientos de rejas de los Hércules y los Leones, que volverán como forma de protegerlos de actos incívicos. Ojalá la Alameda vuelva a ser lo que fue, popular, simpática, clásica, castiza, flamenca, en lugar del desaguisado urbanístico que hicieron con ella, que no la reconocería ni Hércules Fundador que bajara de su columna después de haber visto en la Madrugada desde allí arriba el plumerío de la Centuria Macarena.

 

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