ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  9 de marzo  de 2023
                               
 

Autopista con vuelta al peaje

La autopista de Sevilla a Cádiz acaba de cumplir 50 años. Bueno, ahora de lo que no se cumplen 50 años es porque se cumplen 100. ¡Cuánto aniversario, Dios mío, especialmente en el mundo de las cofradías! Desechado el descabellado sueño del Canal Sevilla-Bonanza, se puso toda la ilusión en la autopista de Cádiz como medio de unión rápido y seguro entre las dos ciudades hijas de Hércules. Cataluña ya estaba harta de tener autopistas en plena dictadura, y aquí nos parecía inalcanzable una vía rápida entre el puerto de Cádiz y la actividad económica dd Sevilla, entonces en plena pujanza industrial y agraria, sin que se hubieran desmantelado las fábricas y con los cultivos agrarios buscando salida para el exterior. De ahí la idea de don José León Carranza, entonces alcalde de Cádiz, de construir un gran puerto de "containers" que fuese la terminal europea de las grandes cargas.

La autopista se inauguró el 1 de marzo de 1973. Era una maravilla. En 55 minutos te ponías desde el Puente Carranza en el Campo del Betis, con escaso tráfico, pues la circulación pesada, para ahorrarse el peaje, iba por la Nacional IV, por Los Palacios, El Cuervo y Jerez. La autopista era, así, como una cómoda calle entre Sevilla y Cádiz. Como una prolongación de La Palmera o de la Avenida gaditana, por la que ibas tranquilo y seguro, con una circulación fluida que te garantizaba el tiempo que ibas a tardar hasta el Puente Carranza, entonces también de peaje. Del que cantaba una coplilla chirigotera: "¡Qué Cádiz extraordinario!/ Hijos con nombre de puente,/ padres con nombre de estadio". (Que se lo quitaron y le pusieron Nueva Mirandilla al Carranza; no sé cómo de la misma tacada de Memoria Histórica no le han quitado al hijo de Carranza el nombre de su puente.)

La autopista costó 6.000 millones de pesetas de la época, presupuesto que se cumplió sin desfases ni dilatación de plazos. Sus 93 segurísimos kilómetros se terminaron en cuatro años, tiempo récord dada la envergadura de la infraestructura, perfectamente mantenida por la concesionaria, Bética de Autopistas primero, Aumar luego. La autopista empezó a ser familiar para quienes viajaban entre las dos ciudades, con sus dos simpáticas zonas de descanso, cada una a un lado de la vía, en El Cerro del Fantasma. Pero pronto comenzó una campaña para la liberación del peaje, que empezó por la supresión del de Jerez y se consiguió en la totalidad del trazado el 31 de diciembre de 2019, derribándose las cabinas de cobro de Las Cabezas. Y ahí empezaron los problemas. La autopista gratis absorbió casi todo el tráfico de la N-IV y aunque no había parada para pago en Las Cabezas, allí se forman siempre largos atascos con tráfico lento, que no sabes cuándo vas a llegar a tu destino. Como en el manto de Penélope, se estudia ahora devolver el peaje a la autopista de Cádiz, para acabar con los continuos atascos y el aumento de siniestralidad. Me parece maravilloso que vuelva el peaje. La autopista volverá así a ser la cómoda y segura calle entre Sevilla y Cádiz en la que en 55 minutos te plantabas desde el Campo del Betis en el Puente Carranza.

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