ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  11 de marzo  de 2023
                               
 

El tío de la valla

Nada más que con los cortes de circulación y desvíos de las obras en San Francisco Javier y en la avenida de La Raza tenía Sevilla más que suficiente para ser un quebradero de cabeza para los conductores y proclamarse como firme candidata a los premios Granmy o Goya (de los que se celebran aquí y dejan mucho dinero, vamos) a la ciudad de tráfico más caótico. Esas son las grandes estrellas de los cortes de circulación y de rodeos obligados por calles que ni sabíamos dónde estaban. Pero Sevilla padece además la caprichosa dictadura del tío de la valla, que va por libre. Sus hazañas no están nunca ni previstas ni anunciadas. Vas tranquilamente con el coche, y cuando ibas a tirar por donde querías y sabías, por donde seguro que además ibas a encontrar aparcamiento en superficie en zona azul, o podías llegar a uno público subterráneo de los pocos que hay, te encuentras con que por su cuenta ha llegado antes el tío de la valla y ha decidido cortar la calle. El tío de la valla es impredecible y aunque antes el Ayuntamiento daba cada día la relación de los cortes parciales y momentáneos de circulación en determinadas calles por obras concretas, sobre las hazañas y jangadas de este personaje sevillanísimo del gremio de la Construcción no hay quien pueda adivinar nada. ¿Que no conocen al tío de la valla? ¿Que no lo han visto nunca actuar? Demos unos cuantos datos, verán cómo lo identifican inmediatamente.

Con un chaleco reflectante amarillo y un casco de albañil, el tío de la valla se cree con su camión más que el jefe supremo de tráfico en Sevilla y origina los más enfollonados atracos y los cortes de circulación que menos te esperas. Su modo de actuar es siempre el mismo. Llega con el camión, lo para en mitad de la calle por mucha circulación que venga detrás (que arree), se baja de la cabina del conductor, se va a la parte de atrás de la batea del vehículo, la abre y baja la famosa valla. Siempre amarilla y descascarillada. Siempre con una vieja señal de circulación prohibida. Valla que coloca inmediatamente donde le place, atajando la calle, para que pueda llegar y trabajar tranquilamente la hormigonera de los cimientos de una obra, para que descarguen su mercancía los escayolistas, o los cristaleros, o los de los azulejos, o los de la reforma del cuarto de baño del tercero.

Mi duda es si el tío de la valla es el mismo en toda Sevilla, que va dando por saco por toda la ciudad sin el menor permiso municipal ni la menor autorización, o si son muchos tíos de la valla los que simultáneamente realizan su maldita tarea por el centro y los barrios, por Sevilla toda. Hay, en verdad, sitios que son como preferidos por el tío de la valla. Los Remedios, por ejemplo. No hay nada que le guste más al tío de la valla que cortar a su antojo una calle con nombre de Virgen, que no tiene además posibilidad de itinerario alternativo. O Nervión. Lo poco de Nervión que ha dejado expedito la obra de San Francisco Javier está expuesto al follón perfecto de tráfico que en un momento te organiza el tío de la valla. Y acabo, porque veo que el tío de la valla viene por ahí y me la va a poner aquí para que termine el artículo.

 

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