ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  17 de marzo  de 2023
                               
 

Una Sevilla sin blanco y negro

No habrá un duro, las hipotecas estarán por las nubes, la inflación habrá devaluado de modo impensable el billete de 50 euros, pero en los bares, restaurantes y terrazas no se cabe. Llamas a reservar mesa a un restaurante y te dicen que están completos. Vas a una cafetería como La Canasta en la Avenida, el antiguo Horno de San Buenaventura, y hay cola para esperar mesa: me imagino que eso se llamará por lo fino "lista de espera presencial". Y de las discotecas no hablamos. Ni de cómo se ha perdido el arte de beber y de copear. Ahora los de la botellona van directamente a la borrachera. Y de gente por las calles, como si ya estuvieran pasando las cofradías. Mucha gente y pocas bolsas de compras. La gente lo que quiere es comer y viajar. Es una nueva Sevilla donde raro es el día que no anuncian que van a transformar un edificio en hotel de cinco estrellas. Dentro de poco no quedará en Sevilla nada que no sea ni un hotel, ni un bar, ni un restaurante. Ah, sí: muchas clínicas de estética y de odontología, los negocios de moda.

A aquella antañona Sevilla donde tampoco había un duro, pero existía otro refinamiento, otra elegancia, me han llevado las palabras de Rogelio Gómez "Trifón", en su evocación de la evolución de su negocio, que lleva el nombre del valle cántabro de donde vino su padre con 12 años en 1929, a trabajar como interno en la Tienda del Reloj: La Flor de Toranzo. Recordando las tiendas de su gremio, Rogelio nos ha regalado una descripción que desmiente los clichés de una Sevilla triste y en blanco y negro que se cita tópicamente cada vez que se hace referencia a un tiempo pasado: "En la manzana que forman Sierpes, Tetuán, Campana, Laraña y Puente y Pellón habría en esa época cincuenta tiendas de comestibles. Recuerdo Mantequerías Leonesas, que tenía tres plantas en Tetuán, donde ahora está la zapatería Camper. Ahí trabajaban 50 personas y sus escaparates en Navidad eran un espectáculo. Todos los tenderos la teníamos como modelo. Cerca estaban La Colonial y La Española, que era confitería y ultramarinos. Recuerdo también Fran en la calle Francos, la Casa de las Galletas en la Plaza del Pan, o El Grano de Anís en la calle Laraña. En cada calle había una o dos pero todas fueron desapareciendo. Ahora sólo quedan en pie Moreno, en la calle Gamazo, y la nuestra."

Y si le preguntamos a un librero, nos dirá que en la calle Sierpes había cinco librerías: Sanz, Eulogio de las Heras, Atlántida, Pascual Lázaro, Ramón Soto. O la elegancia de tres betunerías. O el refinamiento de los escaparates de regalos de Aleixandre, o de discos de Damas, o de la guitarra de plata de Joyería Ruiz. ¿Años del hambre en blanco y negro? Era una Sevilla con cinco teatros abiertos, siempre con estrenos: el San Fernando, el Cervantes, el Alvarez Quintero, el Lope de Vega, el Imperial. Donde los porteros y acomodadores iban con uniformes como de oficiales austrohúngaros, vengan entorchados. Por no hablar del salón de té de los altos de Ochoa, casi Viena. Ahora, botellón, borrachera y hamburguesa. Y muchos hoteles de cinco estrellas. Espero, querido compadre Rogelio Gómez, que en tu esquina de Trifón en Jimios ni se les ocurra hacer también un hotel de cinco estrellas.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio