ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  20 de marzo  de 2023
                               
 

El señorito que no quiso serlo

Se le llama Casa Guardiola por la familia ganadera que la ha vivido durante las tres últimas generaciones en la Puerta Jerez. Es la que se labró el político y pintor Andrés Parladé Heredia (Málaga, 1859-Sevilla, 1933), tercer conde de Aguiar. El reloj de sol que corona su portada es curiosísimo: una paleta de pintor. La misma con la que Parladé pintó primero cuadros de tema histórico muy en el gusto de su época y luego se especializó en retratar caballos, toros y perros, inconfundibles. En esa casa vivieron y se criaron los quince hijos del agricultor y ganadero de bravo don Salvador Guardiola Fantoni y de su mujer, María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, hermana del alcalde marqués del Contadero. Una familia sobre la que se cebó la desgracia y que algunos compararon con los Kennedy. Sobre todo por la trágica muerte de Salvador Guardiola, el rejoneador, en la plaza de Palma de Mallorca, quizá el único torero a caballo muerto en el ruedo.

He citado el reloj de sol con forma de paleta de pintor de Casa Guardiola y para mí que su aguja marcó la vida de Javier, que nos acaba de dejar. Javier Guardiola pudo haber sido lo que se dice un señorito andaluz con todas sus consecuencias: ganadero de bravo, aficionado al caballo, garrochista, dueño de cortijos. Podía haber sido el señorito de "El Toruño" y de "El Pinganillo", o el que enganchaba por Feria los coches de la casa, o el que protegía a flamencos de madrugada y reservado. Pero no quiso serlo. Javier Guardiola fue como la otra cara de la Sevilla de los señoritos, que haberla, habíala en su tiempo, mandando y dicen que hasta poniendo y quitando alcaldes. Javier Guardiola fue algo tan raro como un mecenas del arte contemporáneo en la Sevilla clásica, un promotor de vanguardias. Junto con el Duque de Segorbe, compraron en la collación de San Pedro la Casa Natal de Velázquez. La casa, de la que ha dicho Rafael Manzano que "posiblemente sea la vivienda más antigua de Sevilla", estaba condenada al derribo, como tantas de la Judería y de la Morería que salvó Segorbe desde su sociedad Pro Sevilla. Y juntos, Segorbe y Javier Guardiola abrieron en la Casa de Velázquez un centro cultural que era plena vanguardia en una Sevilla apegada aún al clasicismo academicista. Fue el M-11, que dio acogida a todas las irredentas vanguardias pictóricas sevillanas y trajo exposiciones que de otra forma no se habrían conocido, como una del Equipo Crónica. Fue también Javier Guardiola mecenas de grupos musicales que dieron origen a lo que ahora conocemos como Rock Andaluz.

Sí, aparte quedaba el campo, naturalmente; quedaba el empresario agrícola. Llegó a ser uno de los más importantes cultivadores de arroz en la margen izquierda del Bajo Guadalquivir. Pero sin ejercer de terrateniente ni presumir en aquella Sevilla que producía más arroz que Valencia. Lo que le enorgullecía era el mecenazgo de las vanguardias en el centro M-11, que tanto hizo avanzar culturalmente a Sevilla. Para mí que tocado por la aguja mágica del reloj de sol del Conde de Aguiar en su casa de la Puerta Jerez.

 

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