ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  27 de marzo  de 2023
                               
 

Comer de tapas

Iba a decir que ha llegado el tiempo de las terrazas llenas. Pero siempre están las terrazas llenas. No sólo ahora con el buen tiempo de la primavera llegado, sino incluso en el invierno del biruji y la rasca, gracias a sus estufones eléctricos y a sus llamas eternas, como de retablo de ánimas, de los aparatos de calefacción al aire libre. Y aparte de estas razones meteorológicas, ha descubierto una de las razones por las que las terrazas están siempre llenas: la discriminación del racionamiento. Esto del "racionamiento" suena a tiempos de escasez y de penuria, a estantes vacíos, a España después de la guerra o a Cuba con su revolución y sus carencias. Pero en Sevilla ha entrado la moda del racionamiento: de las raciones y medias raciones, algo que aquí antes no se estilaba, en la patria de la tapa. Las terrazas están siempre llenas por culpa del racionamiento. Llegas al interior de un bar, ves la carta o la miras con el chocante Código QR, y pides una tapa de lo que más te guste, de las clásicas o de las modernas de la nueva cocina de esos bares a los que luego ABC da los premios Gurmé a la innovación. Y cuando estabas tan contento de estar allí dentro, con buenas servilletas de tela y sillas cómodas, y que te ibas a tomar tu cervecita y tus tapitas, el camarero te dice, inflexible:

-- No, aquí dentro no servimos tapas. Aquí sólo servimos raciones o medias raciones. Las tapas nada más que se ponen en la terraza.

Y, una de dos: o tragas con la media ración dentro, sin demasiado sol o sin demasiado frío según la época, o te tienes que ir a un velador de la terraza. De aquí, creo, el éxito de la terraza, por su fidelidad al tapeo de toda la vida y no a esta nueva costumbre del racionamiento...de medias raciones, que es todo lo contrario a la escasez que puede pensarse con esa palabra.

¿El sevillano está hecho para la tapa o la tapa está hecha para el sevillano? Hay cien teorías sobre el origen de la tapa, y todas coinciden en que fue inicialmente una loncha de jamón con la que se tapaba la caña de manzanilla. Pero el sevillano, dados los precios de los restaurantes, la inflación y las clavadas y estocadas hasta la bola que dan en muchos de ellos, se avía con la tapa. Aquí nos hemos inventado hasta una forma de alimentación: comer de tapas. Nada de "unas pinceladas al centro" y plato único. El sevillano con tres tapas bien despachadas, ya ha comido. Y algunos, hasta con dos tapas, si no son de mucho comer y saben darle coba a las dos. Sale ganando la cartera, naturalmente. O la tarjeta de crédito que cada vez se usa más, pues según dicen vamos camino de la desaparición del dinero físico, del papel y la moneda. La tapa parece hecha como para pagar con "bizum" a través del teléfono móvil. Quizá no haya otra ciudad más tapera. Aunque cada día se multipliquen los sitios donde ponen nada más que raciones o medias raciones, como antes en Madrid. Ellos se lo pierden. Y se lo pierden esos sevillanos que con dos cervecitas y tres tapas ya han comido...y ese dinero que se han ahorrado.

 

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