ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  19 de abril  de 2023
                               
 

La verdad del paro

Como hay quienes niegan el cambio climático, es para no creerse las cifras del paro. O para hacer una profunda meditación sobre lo poco que le gusta trabajar a la gente, sobre todo si vive en Andalucía y en un sistema de ayudas al paro y de peonadas mínimas en el que más les vale quedarse en casa y cobrar la paguita del dinero público que buscarse las habichuelas doblándola. De otra forma no se explica lo que han anunciado que está ocurriendo con la Feria, en la que los que ponen caseta no encuentran camareros, ni vigilantes ni cocineros. Y digo yo: si son ciertas las cifras del paro, si dicen que hay tanta gente buscando trabajo, ¿cómo no se encuentran vigilantes para las casetas de Feria, una dedicación para la que no se exige titulación ni preparación, sino simplemente estar allí por la noche para que no desvalijen la caseta ni los rumanos de los carritos robados en los supermercados arranquen las tuberías de los cuartos de baño para venderlas por chatarra?

¿Y cómo se les sigue pagando el paro a los que rechazan cualquier trabajo que se le ofrece? Rechazar un trabajo debería bastar para que se perdieran los derechos de los subsidios de paro, sería lo lógico. Pero estamos en una nación donde la lógica en las decisiones del poder cada vez brilla más por su total ausencia. ¿Y los camareros? Con la crisis ¿no están cerrando tantos bares? ¿Cómo entonces los camareros procedentes de esos cierres, que cobran el paro, no acepta trabajar la semana de Feria? Ah, porque prefiere seguir cobrando sin trabajar...

A mí se me ocurre una solución humorística a este problema de falta de personal para las casetas. Y es que igual que hace ahora 50 años se crearon los hermanos costaleros cuando empezaron en las cofradías los problemas con los profesionales, en la Feria los propios socios de las casetas creasen un servicio por el estilo. Como los hermanos costaleros, los socios caseteros. Que se hicieran turnos entre los propios socios para atender la barra, guisar en la cocina o quedarse a la noche de guardas.

Esta broma nos revela un serio problema que nadie ha afrontado. En la "guerra del agua" de Doñana entre la Junta y el Gobierno central se ha hablado de los rentables cultivos de frutos rojos en los campos de los pueblos de la corona norte de Doñana: la fresa, las frambuesas, los arándanos. Pues bien: habiendo tanto paro en Huelva y en Andalucía, tienen que venir mujeres inmigrantes marroquíes para recoger la fresa, porque los que no tienen trabajo en nuestra tierra no quieren estas ocupaciones bajo invernaderos, en duras condiciones laborales. Lo más sorprendente del caso es que no se trata de inmigración ilegal, ni de trabajadoras sin papeles llegadas en patera, sino de cupos y contingentes totalmente reglados y legales, con sus pasajes sacados para viajes programados perfectamente en los barcos que cruzan el Estrecho. La falta de gente que quiera trabajar en las casetas de Feria es la metáfora perfecta de una verdad de las cifras del paro que nadie quiere reconocer.

 

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