En el mundo de las sevillanas rocieras, días de desolación. El vado del Quema está completamente seco y en su Castilleja de la Cuesta ha muerto Miguel de los Reyes, que con Diego su hermano, en los años 60 y junto con los alosneros Hermanos Toronjo revolucionaron el mundo de las sevillanas, renovando el repertorio de las clásicas y trayendo las rocieras de moda de cada año a las listas de éxito de los discos. Casi todas las sevillanas que pusieron de moda cada año los Hermanos Reyes llevaban música y letra de un gran poeta, de un genio de la composición y la inspiración: Manuel Pareja Obregón, como 'A ese lirio peregrino', 'Sevillana de la manta' o 'Pensamientos míos'. El mundo estético y devocional del Rocío y de la Virgen llegó a las sevillanas, que hasta entonces sólo tenían letras amorosas y referidas a la ciudad de Sevilla, nunca a la romería ni a los caminos de la Patrona de Almonte. Las sevillanas rocieras quedaban circunscritas a la romería, y no invadieron las listas de éxitos de las grandes firmas discográficas que descubrieron este filón de venta de vinilos de los Hermanos Reyes, que no dejaban de sonar por la radio.
Pero ver ahora completamente seco, como un pedregal, el cauce del que llaman impropiamente "Río Quema" (que es en realidad el Vado del Quema del río Guadiamar) podemos interpretarlo como un símbolo de todas las tragedias que tenemos encima. Y como a mal tiempo hay que poner buena cara, habrá que pensar en cambiar de letra decenas de sevillanas rocieras del "río Quema", o sea, del Vado del Guadiamar, completamente seco en los caminos de la romería. Hay una parte de humor en la romería del Rocío, por ejemplo las bromas pesadas dentro de las casas con los invitados o los nombres de guasa que les ponen a los que en su primer camino bautizan en el Quema, cuya tradición hay que seguir. Y para ello, nada mejor que inventarnos, al modo de los popurrís carnavalescos gaditanos, cambios de letras sobre las músicas de las sevillanas sobre el Quema, tan socorrido para los letristas. Así que vamos allá con una sonrisa, a falta de agua en el Quema y de romeras cruzando sus aguas con la falda remangada. Vamos allá con esas sevillanas secas del Quema:
"Al pasar el río Quema,/ me quedé frío,/ no llevaba una gota y el buey sequito/. Para que beban/ llevo para mis bueyes/ mucha Fontvella."
O esta otra: "Cantaban a la Virgen, poemas./Cantaban a la Virgen, poemas/ las piedras de la orilla/ del Quema./Tiempo, detente/, que es tan grande la pena/ que mi alma siente,/ ¿y cómo bautizamos/ahora a la gente?".
Y ahí va otra, también más seca que el ojo de un tuerto:"A las orillas del Quema/ ya los bueyes están llegando/ a las orillas del Quema/ y el paso de los caballos/ resuena en las piedras secas./ Carretero, carretero,/ no pueden beber los bueyes,/ en este seco sendero,/ tráete Solans de Cabras/ pal camino rociero".
Y sobre el camino de vuelta pueden cantar: "Y volveré,/a cruzar el río Quema volveré,/a pasar tu cauce seco volveré,/a verte por la mañana aún sin agua volveré,/ el lunes de peregrino volveré,/ pero siete damajuanas me traeré".
Correo
Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico
