ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 9 de mayo  de 2023
                               
 

Mi premio a Ramón Valencia

Tuve siempre mis dudas sobre los premios taurinos de la Feria. Muchos, más que para premiar a los triunfadores sirven para que un establecimiento se haga la propaganda gratis. Otros consisten en cuatro amiguetes que se juntan y, por parecidas razones de vanidad y de hacerse notar y presumir de afición, deciden crear un premio. Por ejemplo, cuatro amigos que han conseguido ver todos los festejos por televisión en su nueva modalidad de "streaming" de MundotoroTV, deciden crear un premio al que mejor haya retransmitido las corridas, y se lo dan a mi querido Eduardo Dávila Miura. Pero en cuestión de premios, este año es como si hubiera entrado una amnesia colectiva en la plaza y en los telespectadores que han conseguido ver el "streaming" dichoso por la cómoda tele de la salita, sin tener que seguirlo en el incómodo ordenador o en la minúscula pantalla del teléfono móvil. Esa locura colectiva entró en la tarde del miércoles de farolillos, 26 de abril, cuando José Antonio Morante de la Puebla consiguió cortar el rabo al toro "Ligerito" de Domingo Hernández, hecho que no ocurría en Sevilla desde hacía 52 años, cuando el 25 de abril de 1971 logró Ruiz Miguel igual trofeo con "Gallero" de Miura.

Morante ha arrasado con todos los premios habidos y por haber y por fin el toreo según Sevilla ya no tiene sede vacante, como ocurría desde que el 22 de octubre del 2000 decidió Curro Romero, sin decírselo ni a Carmen Tello, que aquel festival en la plaza de La Algaba, alternando con Morante precisamente, había sido el último festejo de su vida: que se había ido del toreo y entraba en la mitología de los grandes artistas sevillanos, esa cadena de pureza que va de José y Juan a Chicuelo, a Pepe Luis y a Pepín Martín Vázquez, y que terminaba por ahora en el Faraón de Camas. Veintitrés años hemos estado con sede vacante en el toreo según Sevilla, hasta que Morante volvió loca a la plaza con ese gallista terno celeste y azabache que ya está donde debe, en el museo de la plaza, del mismo modo que aquella tarde del rabo de "Ligerito" está en la memoria de toda la afición.

Tan arrasadora ha sido la llegada de Morante al olimpo del rabo, que todo el mundo se ha olvidado que su gesta se ha producido en una Feria modélica, perfecta, con los nuevos y con las figuras. Por esa amnesia del miércoles de farolillos, nadie ha otorgado ningún premio, ni mención especial siquiera, al otro gran triunfador de la Feria, que ha sido el caballeroso empresario don Ramón Valencia. Yo ahora me constituyo en jurado unipersonal de un hipotético premio al mérito por una feria incomparable y se lo doy a don Ramón Valencia, pues me extraña que nadie haya afirmado que sin los carteles que cerró no hubiera podido darse un abono tan triunfal como el que produjo el clima que llevó al rabo de Morante. Tiene mérito haber cerrado unos carteles donde se abrió por 4 veces la Puerta del Príncipe, se dio la vuelta al ruedo a 4 toros, se cortaron 31 orejas, hubo 4 tardes de "no hay billetes" ...y nadie pisó la enfermería. Lo de Ramón Valencia esta Feria ha sido de premio. Estoy por pensar que Valencia es a Morante lo que su suegro, el recordado don Diodoro Canorea, fue a Curro Romero, la pareja que merece Sevilla. También en la Contaduría hay continuidad de pontificado, como en el toreo según Sevilla.

 

 

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