ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 30 de mayo  de 2023
                               
 

La ola azul, un tsunami

Pues no estaba tan despistado, sino que era un adivino del futuro aquel votante con cuya aparente desinformación iniciamos el artículo del día de las elecciones. Lo recordarán quizá: aquel elector que llegó a su colegio electoral y preguntó a un apoderado que vio con la cinta de la tarjeta de acreditación al cuello y pinta de representante de un partido cercano a su pensamiento: "¿Dónde hay que votar para echar a Sánchez?". Estaba en todo lo cierto. Por su carácter plebiscitario, las municipales y autonómicas del domingo se convirtieron en lo que parecía imposible: la posibilidad de echar a Sánchez mediante unas elecciones, después de cómo hemos ido viendo a lo largo de su legislatura que estaba sencillamente destruyendo a la nación, arrruinando al país, desenterrando a las dos Españas, tratando se anular el espíritu de concordia de la Constitución del 78, cuando no los propios cimientos de la Monarquía Parlamentaria.

Ayer dijo Sánchez la última de sus Mentiras Completas, libro con más volúmenes que la vieja Enciclopedia Espasa. Sánchez había prometido una y otra vez (igual que nunca pactaría con Bildu) que agotaría la legislatura. Por el principio de la mancha de la mora con otra verde se quita, le ha faltado tiempo para disolver las Cortes y convocar elecciones anticipadas, tras el revolcón que le pegó en toda España la que en la noche electoral alguien bautizó como "ola azul" muy acertadamente, refiriéndose al triunfo del PP de Feijóo en las autonomías y ayuntamientos que el PSOE consideraba poco menos que como propios, como puede ser el caso de Sevilla.

Con la disolución de las Cortes y el adelanto de elecciones, Sánchez ha pretendido que dejemos de hablar del gran triunfo del PP y de las figuras de Feijóo o Moreno Bonilla como protagonistas del vuelco electoral. Cree Sánchez que adelantando las elecciones José Luis Sanz va a ser menos alcalde de Sevilla que manteniendo la promesa de las generales en diciembre, como estaba previsto. De la medida, tan oportunista como todas las suyas, sale reforzado y más consolidado el poder municipal. Poniendo un paralelismo, nadie podía sospechar que llegaría el día en que Kichi no sería alcalde de Cádiz, y que el poder, ejercido tan demagógicamente durante dos legislaturas, volvería al teofilato del PP o al sentido común y la moderación de Carlos Díaz con lo que fue el PSOE pre-sanchista.

Mirando atrás en la Historia se ha demostrado una vez más el poder de los ayuntamientos para los cambios y vuelcos de las orientaciones políticas. Unas elecciones municipales (con pucherazo) trajeron a España la II República y pusieron al Rey camino de Cartagena. Las elecciones municipales del domingo, con sospecha de votos por correo comprados, han colocado a Sánchez en el disparadero de tener que ponerle fecha a su propio final, con un PSOE tan roto como la España que nos va a dejar. Ha seguido su estrategia de evitar que se hable de un escándalo inventado otro mayor al día siguiente. Ha convertido en un tsunami la que era la ola azul del vuelco y el cambio de ciclo.

 

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