ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de junio  de 2023
                               
 

La derecha-derecha

De niños jugábamos a la gata parida. El juego consistía en sentarse en un banco sin respaldo unos cuantos niños, justo los que cabían en el asiento. Y nos empujábamos unos contra otros, en un sentido o en otro, para el que estaba sentado el último cayera al suelo, ora por la derecha, ora por la izquierda del banco. Sánchez, convocando en plenas vacaciones de verano unas elecciones que parecen una autocensura por su descalabro en las autonómicas y municipales de mayo, pero que son una maldad para que nadie vaya a votar y repita su caudillaje, parece que quiere jugar a la gata parida con la derecha. No quiere que la derecha se siente en el banco (en el banco azul) de nuestro juego de la gata parida y la empuja hacia un extremo para que se caiga. De otra forma no se explica que sólo hable, satanizándolas, de la "extrema derecha" y de la "derecha extrema". Que tiene muchas peores intenciones de lo que parece un ingenioso mero juego de palabras. Su afán es identificar al PP con Vox, y no dejar a ninguna formación política en la clave del arco de la derecha liberal y moderada. De momento, como en la gata parida, ya ha empujado al PP hacia... ¿Hacia la "derecha extrema" o hacia la "extrema derecha"? Tras el tsunami azul de las municipales y autonómicas, tras la pérdida de los territorios simbólicos para lo que era PSOE y ahora puro sanchismo destructor de España, quiere que olvidemos cuanto antes los resultados del 28-M y convertir en vergonzante al voto de la derecha constitucional. Que quien le arrebató tanto poder territorial con su voto liberal y moderado de mayo se vea ridiculizado como extremista. Es como si la derecha como tal no existiera, sólo los extremismos y sus las caricaturas demagógicas de los ricos del puro y la chistera.

Pero mira cómo no ha hablado para nada de la "extrema izquierda" y de la "izquierda extrema", las que le permitieron la moción de censura y la presidencia del Gobierno. Frankenstein. Y permanecer en la Moncloa, con los pactos a cualquier precio que le han pasado la factura de la ola azul del 28-M: la derogación de la sedición, el indulto de los golpistas independentistas, los asesinos condenados de la ETA en las listas electorales, los violadores a la calle... Como ha dicho Alfonso Guerra, tal vez ha llegado el momento de que los socialistas se pregunten si el problema puede ser su propio líder. Pero socialistas, ay, como derecha-derecha, no quedan. Todo es sanchismo. Nos espera de aquí a julio el enfrentamiento goyesco de dos ficciones de España, una derecha que no es reconocida como tal, sino estigmatizada como extremismo, y un socialismo que ha perdido su identidad histórica a causa del problema que dice Guerra: su propio líder, quien sí que ha pactado con los extremistas de izquierda de verdad.

Hay cosas que el tiempo no borra, por muchas estadísticas de pretendida bonanza y superación de la crisis económica y de la subida de precios que repitan, y aunque sea verano y el PP no demuestre mucha habilidad en sus relaciones con Vox, y Sánchez se haya hecho su propia moción de censura, la segunda edición del vuelco azul tendrá que producirse.

 

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