ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  25 de junio  de 2023
                               
 

Elogio de la inteligencia natural

Cada vez se habla más, se elogia más y se teme más a la inteligencia artificial, y en cambio va por días el aumento del olvido de la inteligencia natural, cuando no su desprecio. Como tal desprecio a la inteligencia natural considero la tragedia del sumergible "Titán", capricho de millonarios en un mar donde mueren miles de inmigrantes en pateras y cayucos. O esos insensatos que se lanzan sin material adecuado a las altas cumbres, y luego tenemos que gastar una millonada en rescatarlos con medios públicos, a cargo a los contribuyentes.

Ya no se elogia la inteligencia natural, la de aquellos que sin estudios, con el solo saber de la experiencia y de los conocimientos prácticos transmitidos de generación en generación, acertaban en sus frases, más cortas cuanto más juiciosas y certeras. Me lo ha hecho pensar el remate de una tribuna de Carlos del Barco en ABC de Sevilla sobre el desprecio general hacia una fuente inagotable de inteligencia natural como es y ha sido el Toreo. En el estoconazo hasta la bola de su artículo, recuerda Carlos del Barco un acierto de un prodigio de inteligencia natural, pasmo de la sabiduría popular, sin más estudios que su precoz afición a los toros, como fue Juan Belmonte. Comenta Barco una anécdota genial del Pasmo en su tertulia de Los Corales: "Belmonte un día fulminó a un constructor pretencioso y fardón que le pidió unas miles de pesetas para cerrar un negocio porque se le había olvidado la cartera en su casa. Juan le soltó 50 pesetas y ante el estupor del otro le dijo que cogiera un taxi y fuera a su casa por la cartera". En otra ocasión Belmonte necesitaba cambio. Y mandó al botones de Los Corales a su banco, a que le cambiaran un billete de 1.000 pesetas. Cuando el muchacho volvió con el billete cambiado, Belmonte le dio 50 pesetas de propina: "25 son por haberme ido por el cambio y otras 25 por haber vuelto con el dinero y no haberte largado con él". El anecdotario de Belmonte, como el de tantas figuras históricas del Toreo, está lleno de rasgos de esa inteligencia natural, muchas veces iletrada, cada día más despreciada. El toreo participaba y participa de la inteligencia natural de la cultura del campo y del toro, de ahí sus sentencias. Como la de "se torea como se es", del propio Belmonte.

O el repertorio completo de Rafael el Gallo, lleno de sabiduría: "Clásico es lo que no se pué hacé mejón y perfecto es lo que está arramatao". Por no olvidar su sentencia sobre Geografía ante los partidarios que en La Coruña le insistían que se quedase y no se fuera aún a Sevilla, "con lo lejos que estaba". A lo que replicó: "Sevilla está donde tiene que estar. Lo que está lejos es esto".

El Pepe Luis Vázquez de "se torea con la cabeza", el Guerrita de "lo que no pué ser no pué ser y además es imposible" forman un "corpus" de inteligencia natural en el Toreo cada día más alejado, como la cultura agraria que lo alimentaba, sin más estudios que la experiencia. O la sabiduría popular de los refranes. Ahora se lleva la inteligencia artificial. Gracias a la inteligencia natural sabemos que "hay gente pá tó".

 

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