En nuestra ciudad hay tradiciones que nos parecen de toda la vida, pero que existen de puro milagro, gracias a los desvelos de algún sevillano para perpetuarlas, por lo que quizá lo tomen por loco, como a los canónigos que decidieron levantar la Catedral. Anoche a las 12 y hoy a las 9 y a las 12 de la mañana, se podrán escuchar desde las cuatro caras de la Giralda, tocadas por los clarineros de la Banda del Sol, las notas de las Lágrimas de San Pedro. Cuyo origen se remonta a 1410, a la toma de Antequera por el Infante Don Fernando, cuando se hicieron grandes regocijos, repiques y luminarias en la Giralda. En 1551, el Canónigo Rivera destina sus bienes para financiar esta tradición. En 1629, el Cabildo Metropolitano dispone que sólo se permitan fuegos en la noche de San Pedro. Entre 1647 y 1648 es don Diego Alemán el responsable de esta tradición que se interrumpe entre 1839 y 1865, reanudándose entonces sin interrupción hasta 1961.
¿Qué pasó en 1961 para que se interrumpieran las Lágrimas? Pues que vinieron los aires del Concilio Vaticano II y que, ya mayor, dejó de preocuparse por la continuación de la tradición su principal valedor: el muy monárquico capellán de la Real Familia, canónigo y director de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras don José Sebastián Bandarán. Pero hubo un capellán real y un tabernero que años más tarde recogieron el deseo de recuperar las perdidas Lágrimas de San Pedro. El capellán era el de la plaza de los toros, el recordado Padre Federico María Pérez Estudillo El tabernero, el excelentísimo señor don Rogelio Gómez "Trifón", flor de Toranzo y flor del Baratillo. Quien buscó a la Banda del Sol, con el recuerdo de los uniformes de gala del Regimiento de Caballería Sagunto 7, cuyos clarineros de su banda montada eran los que subían a tocarla. El Padre Estudillo le tarareó a los músicos de la Banda del Sol la recordada vieja melodía de las Lágrimas. Los músicos la aprendieron al momento. Pidieron al Cabildo Catedral que dejaran subir a los clarineros a tocar las Lágimas. Negativo. Lo lograron sólo insistiendo mucho. Tras varios años de peticiones y escritos desde 1983, sólo hasta las 12 de la noche del 29 de junio de 1986, la Banda del Sol de Eusebio Alvarez-Ossorio subió las rampas de la Giralda y por las cuatro caras de la torre, a los cuatro vientos, seis chavales volvieron a tocar los clarines de la Maestranza a lo divino que anunciaban a Sevilla que salía al ruedo el toro del verano. Aquellos seis clarineros eran Pedro Manuel Pacheco Palomo, Gerardo Martínez Rogerio, Raúl Esmerado Rondán, Pedro Jiménez Dobarganes, Pedro Moreno Cruzado y Valentín Bejarano Luengo. Seis seises del clarín volverieron a subir anoche a las 12 a la Giralda, a tocar las Lágrimas con la misma ilusión sevillana de aquella primera vez. No se lo comenten a nadie y que esto no salga de la Lágrimas escuchadas en el Patio Banderas, pero el metal de sus clarines me ha dicho que San Pedro no llora arrepentido por sus negaciones de Cristo. Llora por esta Sevilla que presume de tradicional y que si no llega a ser por el cura y el tabernero, que suena al Quijote, habría perdido las Lágrimas de San Pedro. Y lo peor: no habría passsssado nada.
Correo
Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico