ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de julio  de 2023
                               
 

Las nocturnas

Ni los grandes conciertos en el Icónica Fest de la Plaza de España, ni las figuras de la canción en Fibes o en La Cartuja. Hay dos cosas del verano que no cambian y que marcan la tradición, por las que no pasa el tiempo: la Velá de Santa Ana y las nocturnas de la plaza de los toros. Suelen ser como una reliquia de un verano de ventilador, búcaro y puesto de higos chumbos, de ahí su interés sevillanísimo. Cuando el sevillano dice "una nocturna" no tiene ni que pronunciar la palabra "toros". Se sabe que es una novillada sin picadores donde unos chavales debutan una noche de ilusiones en la plaza del Arenal, con la que vienen soñando desde que quisieron ser toreros.

Este jueves empiezan las nocturnas. Como a todo hay que ponerle ahora nombras rimbombantes para ser políticamente correctos, las llaman "Ciclo de promoción de nuevos valores de la torería". Demasiado para referirse a las nocturnas sin caballos de los noveles, muchos de los cuales están todavía muy verdes y hacen "debú y despedida" en la plaza de la Real Maestranza, institución que hace muy bien en colaborar en el patrocinio de este rito sevillano del verano. Es una maravilla contemplar la plaza si hay luna llena, todo a otra luz distinta a las grandes tardes de gloria, como más íntimo, como más cercano los novilleritos para el público fiel que traen, de sus amigos, sus paisanos, de los parientes de sus familiares, quizá hasta con una pancarta de animación.

Ha recordado Luis Carlos Peris cuando las nocturnas de noveles se organizaban por el vespertino diario "Sevilla", que ponía en sus portadas unos cupones que había que recortar y mandar con el nombre del chaval que queríamos que debutase, y el que más papeletas recibiera era a quien ponían en los carteles. En aquella Sevilla, debajo del nombre de cada debutante sin caballos ponía el barrio o el pueblo de donde eran. Era una geografía de la afición al toro: "Del Cerro del Águila", "de Triana", "de la Puerta Osario", del "Barrio León", "de Camas", "de La Algaba". Junto a los quioscos dd prensa, los aspirantes a toreros estaban ellos o sus amigotes tijera en mano, para recortar el cupón de todo el que comprara el periódico del Movimiento donde venía el bético chiste de Tropezones.

Ahora la geografía de la afición nos viene dada por las escuelas taurinas, no por los barrios. Leo los carteles de las nocturnas y me sorprende la cantidad de escuelas taurinas que hay y que envían a sus alumnos más destacados a esta moneda que se tira al aire sobre el albero un sola vez, con un solo utrero. Qué alegría de ver tantas escuelas taurinas por toda España y Andalucía: Zaragoza, Toledo, Madrid, Jaén. Y en Sevilla, Amate, Mairena del Aljarafe, La Algaba. Les deseo todo el éxito a los dieciocho actuantes en estos festejos que tantos recuerdos de viejas aficiones nos traen. Y que sean ellos los que reciban los capotes y vestidos a los noveles la noche de la entrega de premios de la Real Maestranza. Porque las nocturnas no sólo sacan nuevos valores de la torería, sino que con sus precios y su frescor antiguo junto a la mareíta del río en la noche de verano crean afición de público, que falta hace.

 

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