Estamos ya todos de acuerdo en que el turismo es nuestra primera industria. La que se ha cargado al Barrio de Santa Cruz. Nunca su inventor, el marqués de Vega-Inclán, hubiera pensado que su falso decorado de la antigua Judería para uso de visitantes iba a tener tanto éxito. Antes había algunos turistas por el barrio de Santa Cruz; ahora hay algunos sevillanos perdidos entre tanto guiri y deseando de salir corriendo de esa bulla con maletas de ruedas.
Quedamos, pues, en que el turismo es la primera industria, de la que ahora vive Sevilla como antes vivía del campo y del comercio de sus productos. Pero, ¿cuál es la segunda industria? ¿El puerto? ¿La aeronáutica? Puede ser, pero hace falta mucha ilusión y mucha esperanza para acreditarlo. Las librerías, desde luego, no son la segunda industria. No es normal que en una ciudad cierren al mismo tiempo varias librerías, Panella y Yerma, dos históricas, que han echado el cierre, como lo bajó La Isla de Papel en la Puerta Osario y como en la calle Almirante Apodaca se jubiló el dueño de Reguera tras cincuenta años abierta y menos mal que La Botica de Lectores se hizo cargo de este clásico establecimiento de Santa Catalina. O sea, que está visto que la librería no es la segunda industria de Sevilla. Incluso muchas de las pequeñas pero animosas editoriales que había también han durado un suspiro. Es curioso por cierto el contraste: cierra Reguera y al lado, en la esquina de la calle San Felipe, cada vez tiene más fama y clientela la cervecería de El Tremendo. ¿Se imaginan que hubieran cerrado El Tremendo? Una desgracia para Sevilla. En cambio cierran las librerías por colleras y No Passssa Nada.
Entonces, ¿cuál es la segunda industria? Pues cínicamente me atrevo a decir que son dos: las clínicas de estética y los gabinetes de odontología. Rara es la calle que no tiene una clínica de cirugía estética y otra de odontología. Parece que a las sevillanas les gusta más que a nadie quitarse las arrugas, ponerse botox, disminuir o aumentar los senos, colocarse en la cara hilos de oro. ¿Cuántos gabinetes de estética o de cirugía plástica hay en Sevilla? Y el caso es que no tenemos noticia de que cierre ninguno, a pesar de la pandemia, de la crisis, de la inflación y de la subida de los precios de todo. Al revés, raro es el día que no abren otro centro médico o paramédico más para que las señoras se quiten años y arrugas y se pongan guapas. Y por la radio anuncian que no hay que ir a Turquía para que les implanten cabello a los calvorotas, que les ponen aquí el pelo que les falta. Todo esto en franquicias de marcas que se anuncian mucho por las televisiones; o en establecimientos únicos, de aquí, como aquello que ponía antes en muchos negocios: "Esta casa no tiene sucursales". ¿Y los gabinetes de odontología, dónde me los deja usted? ¿Es que los sevillanos tenemos mayor número de dientes que el resto de la Humanidad? También con muchas franquicias. Ay, si C&A no hubiera vendido ropa, sino estiramientos de caras o implantes de dientes, seguro que no habría cerrado en plena calle Tetuán, nuestra milla de oro donde tantos comercios clásicos tuvieron que echar el cierre.
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