ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  15 de octubre  de 2023
                               
 

Calentar la calle

Ni Miguel Mihura en "Tres sombreros de copa", ni Tono, ni todos los humoristas de "La Codorniz", "Por favor" o "Hermano Lobo" habrían logrado imaginar situaciones de humor del absurdo como las que estamos viviendo en estas largas vísperas de su investidura, en las que Pedro Sánchez parece haber inventado la medalla del embuste: "Hoy te engaño y me desdigo más que ayer, pero menos que mañana". Empezando por el absurdo de que el futuro inmediato de España no lo tienen en sus manos los partidos que han sacado millones de votos, sino un cobarde golpista, prófugo de la Justicia, que con siete escaños parte en Waterloo el bacalao de lo que ha de ser nuestra nación, si va a haber repetición de elecciones o tendremos otros cuatro años en los que los independentistas no podían haber soñado una situación mejor, en la que con una ridiculez de escaños deciden hacia dónde vamos a ir en una nación que, de momento, parece que circula con exceso de velocidad hacia el mismísimo carajo (con perdón).

Ahora Sánchez acusa al PP y a Vox de calentar la calle contra el Gobierno en funciones. Qué risa, María Luisa y hay que ver, Maribel: los que son unos expertos en manejar la calle y calentar las masas para apoyo de sus ideas e iniciativas, acusan a los demás y parece que reclaman la exclusiva de las manifestaciones. Sánchez me ha recodado lo de Fraga: "La calle es mía". No quiere que nadie se la alborote y no culpa a la sociedad civil de la expresión callejera del descontento ciudadano general, sino al partido con menos arte para manifestarse y para transmitir sus argumentarios a sus votantes, como es el PP. Sánchez acusa de ocupar la calle al partido que menos lo hizo nunca en su buen callar. En esta nación donde hay especialistas en copar la calle y paralizar las ciudades, como los sindicatos, las feministas, los movimientos LTGBI, los tractoristas, los camioneros o los taxistas. Claro, Sánchez necesita una calle tranquila para completar su Diccionario de Eufemismos de la Amnistía. Y con la calle llena de señores llamando a las cosas por su nombre, amnistía a la amnistía e independencia a la independencia, es que no hay forma.

Todo está atado y bien atado, y no conviene que nadie diga que le falla su calculadora de escaños para la investidura de Sánchez. Todo el mundo está convencido de que la amnistía no cabe en la Constitución, pero eso se arregla ahora mismo con un eufemismo, y apelando no a los votos que necesita para continuar en La Moncloa, sino a ideas vagas y generales como concordia, superación de los aspectos judiciales del conflicto, plena normalidad democrática. Y al final, pero no lo último, algo que no sé si seguirá en pie o caerá, como tantas cosas, o fue un momentáneo "fake". En un momento de los mareos de perdiz sobre una amnistía que ya tienen bien amarrada para que no la eche atrás el Tribunal Constitucional, se dijo que se aplicaría a todos los condenados por el "Procés"... menos a la Policía Nacional. De risa y de pena. Puede resultar que los únicos que no resulten amnistiados sean los que cumplieron con su deber, con la ley y con el orden constitucional de la unidad de España.

 

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