Recién restaurada la democracia, el Rey convocó a Palacio por
            su santo a media España de las dos Españas. La transición acabó aquel día que en
            Palacio se juntaron Santiago Carrillo y Fermín Bohórquez. Y el trueno jerezano, viendo a
            Carrillo con su mujer del brazo, le dijo: "Don Santiago, ole ahí, hay que ver lo
            bien que conserva usted a La Pasionaria". Porque no había toros en Bilbao y no fue
            por el Hotel Carlton en plan Hotel Ercilla tras la tarde de (ciertos son los) toros .
            Porque si Fermín Bohórquez ve la otra noche del triunfo electoral a Arzalluz con
            Ibarretxe, seguro que le dice al crítico taurino de El Correo : "Hay que ver Don
            Xabier lo bien que ha colocado a su chiquillo." No sé si Arzalluz tiene hijos, pero
            hay que ver la cara de chiquillo de Arzalluz que tiene Ibarretxe... Ardanza era un señor
            del PNV, pero Ibarretxe es un chiquillo de Arzalluz. Nada más que le vi la cara al
            chiquillo de Arzalluz, a Juan José Ibarretxe, me acordé de KAS. Pero no de la olvidada
            alternativa KAS, sino del KAS de limón y del KAS de naranja, del equipo de ciclismo del
            KAS. Ibarretxe estaba la noche electoral con toda su cara de ciclista del equipo de KAS.
            Vamos, que sólo le faltaba un jersey amarillo y dos macizas al lado dándole besos y
            ramos de flores. ¿Esto qué es? ¿Las elecciones o un final de etapa? Ibarretxe puede
            convertir el lendakarinato en una Vuelta a España. O en la Vuelta a la Tortilla de
            España. De ahí que estuviera tan preocupado con la bicicleta de Fernández, porque es un
            ciclista del KAS a quien han puesto ahí porque es el chiquillo de don Xabier.
            Me alegro mucho del triunfo
            del chiquillo de don Xabier. Hombre, si habiendo ganado su chiquillo nos pegó don Xabier
            la bronca que nos pegó a todos los españoles, que nos dio con el referéndum en toda la
            boca, imagínense la que nos hubiera liado si llega a perder no ya un escaño, sino las
            elecciones. Y me alegro de la gran victoria de EH. La gran victoria de EH no es, como
            parece, que haya sacado catorce escaños, sino que los españoles nos hayamos aprendido su
            puñetero nombre, que eso sí que parecía imposible y eso sí que tiene mérito. Si hemos
            aprendido a decir eso que suena a conjunto musical, Escalerita Rock, todo es posible en
            Euskadi... y Granada a tomar por saco.