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Memoria de Andalucía

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,   sábado 24 de abril de 1998


Qué tarde la de aquel día...

Curro Romero, Paco Camino, el ganadero Benítez Cubero y Diego Puerta dan la vuelta al ruedo en Sevilla tras la triunfal corrida del 29 de abril de 1965, vistos por Idígoras y Pachi

Curro Romero, Paco Camino, el ganadero Benítez Cubero y Diego Puerta dan la vuelta al ruedo en Sevilla tras la triunfal corrida del 29 de abril de 1965, vistos por Idígoras y Pachi
 

 

Sin querer, esta "Memoria de Andalucía" se nos está convirtiendo en una larga fe de erratas de Los Beatles, sean los verdaderos de Cádiz, sean los falsos de Liverpool. Porque en aquel tiempo, mis queridos hijos, mis queridos hermanos, estaban Los Beatles cantado qué noche la de aquel día, y estaban completamente equivocados, toda vez que los últimos estudios del Instituto Tecnológico Camino y Romero de Camas han determinado científicamente, con documentos hallados en los archivos de la Peña Trianera donde se guarda el Legado Don Tomás León, que el día a que se referían los melenudos de Liverpool era exactamente el día 29 de abril de 1965. Y que de noche, nada de nada. Que la noche de aquel día fue más o menos normal, salvo que en la Feria de Sevilla observó Pepe el Escocés, medio paisano de los susodichos Beatles, que la gente andaba como toreando por los arrecifes del albero del Prado de San Sebastián, explicando a los que no habían tenido la dicha de estar allí lo que había ocurrido horas antes en la plaza de toros de la Real Maestranza, la del amarillo albero, el coso maestrante y otros tópicos al uso de uso tópico, interno y externo cuando llegan estas fechas de la primavera.

Así que considerando y resultando, fallamos que debemos condenar y condenamos a Los Beatles de Liverpool a quedarse en Liverpool ya para siempre y no salir más en esta "Memoria de Andalucía" por no enterarse absolutamente de nada, ni de papa, vamos, que qué noche la de aquel día, no: que qué tarde la de aquel día de feria, 29 de abril de 1965, seis toros de Benítez Cubero para Paco Camino, Curro Romero y Diego Puerta.

Puede que hubiera alguna tarde parecida de Juan Belmonte en la plaza del Arenal. Puede que hubiera alguna que otra tarde por el estilo de Gallito en la plaza Monumental, que era el petio de su casa donde toreaba, según Gregorio Corrochano. Chicuelo pudo tener alguna de esas tardes. Pepe Luis tuvo esas tarde, con Manolete y con Gitanillo de Triana. Como las tuvo el injustamente olvidado Manolo González... Ninguna tarde tan redonda, tan cóncava, que hubiera dicho Jorge Luis Borges de haber estado allí, como la tarde de aquel día de los Benítez Cubero de 1965. Fue todo lo contrario del soneto de Quevedo a Roma. A Roma en Roma misma no la hallaba el peregrino del peregrino soneto de Quevedo, y a Sevilla misma, en el toreo según Sevilla, la encontramos los que tuvimos el gozo de vivir la tarde de aquel día. Cinco orejas les cortaron los tres a los toros de Benítez Cubero. Más que las orejas, de aquella tarde queda el recuerdo, el sabor, el aroma. Una de esas tardes en que nadie se va de la plaza cuando han terminado. Una de esas tardes en que todo sale redondo como el ruedo, como el cielo del Arenal.

Ahí están, al final, en la vuelta al ruedo. Dice la frialdad de las hemerotecas que, de izquierda a derecha, Curro Romero, Paco Camino, el ganadero don José Benítez Cubero y Diego Puerta dan la vuelta al ruedo al término de la corrida, los capotes de paseo doblados al brazo, la montera correspondiendo a los saludos, los tendidos hasta la bandera, sin que se mueva nadie. Fue la mejor Puerta del Príncipe que nunca hubo esta vuelta. ¿Estaban dando la vuelta al ruedo de verdad Puerta, Camino y Romero, con Benítez Cubero? Según los estudios clásicos de las fuentes arriba citadas, más un cante de Camarón de la Isla, podemos desmentirlo rotundamente: era el Toreo de Sevilla el que daba la vuelta al ruedo, el toro de Sevilla el que daba la vuelta al ruedo. La tarde había sido, acaso, un espejo para que Sevilla se contemplara, Narciso, ¿sí, pasa algo? O Tántalo, según se mire. Daba la vuelta al ruedo el Arte (Romero), la Técnica (Camino), el Valor (Puerta). Es decir, daban la vuelta al ruedo los tres pilares finos que sostienen la Tauromaquia de Sevilla. Y la daba un ganadero que criaba entonces unos toros que no asustaban a nadie, que no eran de uy, sino de ole, los toros que nos gustan a los sevillanos.

Puerta, Camino y... A partir de entonces, se quedó la frase hecha:

--- Anda, coge Puerta, Camino y Viti, que eres un pesado...

Pero quedó la frase hecha desde la tarde de aquel día de modo tan sevillano, que como era un chiste no podía cargar la suerte sobre el apellido de aquel de Camas, como Camino, qué camino y qué romero, en quien la ciudad tenía ya puestas todas sus complacencias, y más desde entonces. Fue en aquel tiempo, mis queridos hijos, mis queridos hermanos, que Sevilla, para no romper la perfección del espejo de su concepción de la Tauromaquia, echó mano de El Viti o de Mondeño, según los casos, para usar un cartel de toros como frase hecha para indicar a alguien que se fuera:

-- Anda, a ver si coges Puerta, Camino y Mondeño...

El Romero había que cogerlo en forma de matita para el ojal del recuerdo de una tarde, el día en que Sevilla se dio la vuelta al ruedo a sí misma. El reloj de la plaza se derritió, como si fuera de Dalí.

 

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