ANTONIO BURGOS | ANTOLOGÍA DEL RECUADRO


 

ABC de Sevilla,  23 de septiembre de 1988
                             
 
Memorias del Arenal (y V)

EL Papeleta no me quiere decir si es gallista o belmontista. Pegamos la oreja en los puestos de la calle Arfe y están discutiendo de toros. Por lo que llevo oído, me parece, nó sé por qué, que me gusta más Joselito el Gallo, y que el propio Papeleta ha querido que se le vea el plumero cuando ha dicho:

-—Escucha, escucha, tú que eres hombre de letras, lo que están diciendo ahí en ese puesto de José... Pero vamos a meternos para la Callejuela, o sea, para la calle Nazareno. Esta barreduela, porque así se llaman las calles sin salida, barreduelas; esta barreduela es el feudo particular de Santos Goyguro, que vive aquí. Como Santos es buen cocinero, no veas lo que le gusta lucir sus habilidades dando comilonas aquí en mitad de la calle a matadores y banderilleros, de los que es un buen amigo. Aquí en medio de la calle ha bautizado Santos a sus seis hijos, y los más famosos padrinos, que todos han tenido padrinos de rango, han venido a celebrarlo aquí en la Callejuela. Santos se dedica a alquilar los avíos a los picadores todos los domingos. Santos les alquila la chupa, las calzonas, el castoreño, las patas de jierro... Uno entra en casa de Santos vestido de particular y sale como si fuera Calderón o Chaves, vamos... Yo quisiera que vinieras aquí una tarde que hubiera toros, verías cómo se ponía esto. Como la casa es tan chica, se visten en medio de la calle como aquel que dice, y no uno ni dos, sino seis u ocho picadores. Mientras ellos se están vistiendo dentro, en casa de Santos, y se están poniendo la pata de jierro, llegan los monosabios con los caballos, que la cuadra del contratista del alcalde de caballos de la plaza, la cuadra de Cantares, están ahí atrás en la calle San Diego, así que dan la vuelta por ahí por la calle Varflora, por la esquina de Navarrito el de la alpagatería, y llegan hasta aquí con los caballos cogidos de las riendas, y ayudan a subirse a los picadores, y ya se van subidos, más flamencos que el mundo, con la gente diciéndole cosas, por todo el Postigo, camino de la Pueta Larená. Por eso decía que el colorido que tiene la Puerta Larená las tardes de toros es único, a mí me gusta ponerme en la puerta de Valentín hasta que pasan los picadores, y entonces, cuando ya los picadores van camino de la calle Láncora, pues ya me voy para la plaza, que Salguero siempre tiene el hombre el detalle que nunca me falte un convite o una entrada de servicio.

«Y si te parece, nos vamos a ir para terminar este paseíto que venimos dando al otro lado del Arco, lo que le decimos El Otro Postigo, con la capillita de la Virgen de la Pura y Limpia, y frente, debajo del Arco, la carnicería de Fernando Casas, que tiene su vivienda en el mismo edificio y la azotea encima del Arco. A la derecha, en el rincón, está el Cuartelillo de los Municipales, y en la pared, por fuera, hay un azulejo con la altura que alcanzaron las aguas en una arriá. Y ahí está la taberna de don Pedro Coce, que no tiene nada que ver con el El Corcito, el torero, que vive junto al Jardín de la Caridad, y está ahí también la famosa tienda de comestibles de Las Columnas, y La Concepción, de lo mejorcito, pegando pared con pared con la Pura y Limpia. Y aquí en El Otro Postigo, en esto a lo que antes llamaban la Plaza de San Andrés, pone por la mañana un puesto de calentitos Araceli, la viuda de Ariza, que es tío de Juana la de Santos Goyguru. Y ahí está el Alfolí de la Sal, se entra por ese arco, y ahí dentro es dónde antiguamente se almacenaba la Sal, y por aquí entraba el Aceite por el Arco, así que nada más que faltaba el pan del Viso para hacer sus buenas tostás por las mañanas. Y ahí en el Alfolí hay una sociedad de aficionados al teatro del barrio, que dan funciones los domingos, y también hay aquí una velada, con concursos, fuegos artificiales y cucañas, y todos los años, por la velá, sale en procesión la Pura y Limpia, y nombramos un alcalde de festejos, que naturalmente es siempre un carnicero o un pescadero. Y eso que se escucha, pum, pum, es el martinete de la forja de la Maestranza de Artillería, en las Atarazanas, y yo estaría contando dos días seguidos cosas del barrio, pero me tengo que ir porque me está esperando en la Taberna de Valentín uno que quiere ser torero y que quiere que yo le dé las espás el domingo, que debuta en la Maestranza...

 

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