Gaspar
Zarrías no es del PSOE. Es de Idígoras y Pachi. Porque la realidad acaba siempre
superando al arte. La otra noche asistí a una cena a beneficio de la futura capilla de la
Hermandad de los Gitanos, y en el fin de fiesta en el que los artistas actuaban gratis
para su cofradía del Señor de la Salud salió una infantil promesa de la copla con un
nombre que ni a pensarlo que se hubiera puesto mi compadre Alfonso Ussía lo hubiera
encontrado mejor: Rebeca de
Capuchinos.
--Déjate de cachondeo,
Burgos, es imposible que a una niña que quiere ser artista le pongan ese nombre. Eso es
la imaginación que tú tienes...
-- Que no, que es
completamente cierto. Mira, hasta el punto que Jorge de Los Morancos, que presentaba
también altruistamente el espectáculo, como Vanessa tardaba en salir cuando anunció su
presencia en el escenario, dijo: "Bueno, pues si no está Rebeca, que salga su
hermano, Chaleco..."
No me invento absolutamente
nada. Ocurrió en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla, y pueden coger de
testigo al hermano mayor de Los Gitanos, el animoso señor Ortega Espeleta, que no me
dejará por embustero. Y es lo que digo: que la realidad siempre supera al arte. Otro
ejemplo: ¿han visto la cara de caricatura de Idígoras y Pachi que se le está poniendo a
Gaspar Zarrías? Yo es que no veo foto de Zarrías Multimedia y Cederrón que no me
acuerde de los dibujos genialones que le hacen Idígoras y Pachi. Tengo muchas ganas de
encontrarme a Zarrías en persona, de cerca, para mirarlo bien y comprobar que el bigote
lo tiene de verdad, de pelillos a la mar, y que no es, como parece un bigote pintado en
tinta china o con un Rotring del 0,4. Esa calva de Zarrías no es ya de Zarrías, es de
Idígoras y Pachi.
Con Zarrías me está
ocurriendo como me pasó en su día con Julio Anguita, de quien dije que no era de
Izquierda Unida, que era de Castillo Lastrucci. Castillo Lastrucci, como saben, se hizo
èl solito los sayones, judíos, escribas y fariseos de los misterios de media Semana
Santa sevillana, antes que viniera Miñarro a renovarlos y a sacar, por ejemplo, al
periodista Manolo Lorente de centurión romano en el paso de Cristo del Cerro del Águila.
Yo cada vez que veo a Lorente en los toros me acuerdo de Salvador Távora, y me digo:
"Hay que ver la de veces que se habrá emocionado Távora viendo a Manolo Lorente de
romano en el paso de su Cristo del Cerro..." Y cuando todos iban diciendo por ahí
que Anguita era el moro del minarete de la Mezquita de Córdoba, en esa fiesta de judíos,
moros y cristianos que es siempre la Historia de Andalucía me atreví a sostener que
Anguita no era de la morería, sino judío total, de la gubia de Lastrucci. Tú le pones a
Anguita un gorro dorado así con forma de catalina y es talmente Caifás, el tío del
sillón del paso de San Gonzalo. Como los sayones que viene haciendo últimamente Miñarro
en sus renovaciones de figuras del misterio son todos del tipo Francisco Oliva, el
vencedor de las primarias para alcalde de Málaga. Dentro de su campaña para mandar a
Celia Villalobos a sus labores propias de la Cope, sería de gran conveniencia que
Miñarro renovara urgentemente las figuras de un misterio de la Semana Santa de Málaga.
Así, el próximo Miércoles o Jueves Santos, la gente podría decir, mirando en lo alto
de un paso a uno que era exactamente igual que el ex-consejero de la Junta:
--- Hay que ver este Oliva,
que con tal de salir en vísperas de elecciones no sabe donde ponerse...
Pero de todas estas figuras de
la pasión de Andalucía, me quedo con Zarrías por Idígoras y Pachi. A Chaves todavía
le faltan unas semanitas de dibujos de mis admirados malagueños para ser un personaje de
Idígoras y Pachi, pero Zarrías ya lo es. Como que si Zarrías va este verano a un
concierto de Los Chanclas de Los Palacios, cuando pregunten cantando eso tan andaluz y tan
de pueblo de "¿niño, tú de quién eres?", seguro que don Gaspar responde:
--- Yo, de Idígoras y Pachi.