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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo, martes 2 de marzo de 1999


La ojaneta de Guerra y Benegas

Dejamos sentado aquí, teniendo en la mano una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que el currismo es una eximente, en tanto en cuanto forma de entender la vida, mediante la cual los trabajadores despedidos por defender a su Faraón deben ser readmitidos. Todo el mundo celebra el texto que sienta currisprudencia y alaba la calidad jurídica de su ponente, el magistrado señor Romero, hombre, se iba a llamar Gómez, Romero tenía que ser.

Pero ese magistrado o bien no sabe nada de Derecho, o bien no sabe nada de currismo. He consultado a los catedráticos de Derecho Currista de las Universidades andaluzas, así como a expertos en la práctica del Derecho Político y me advierten graves carencias en la tan comentada sentencia. Al magistrado señor Romero se le fue el santo al cielo al redactar su sentencia, pues no citó claros antecedentes jurídicos y procesales. Antes que esta sentencia enriqueciera la práctica del Derecho Laboral con la tipificación del currismo como eximente, dicha circunstancia atenuante fue ya tenida en cuenta, y no una, sino dos veces, por los felipistas. No en vano el felipismo de pata negra procede de la Cátedra de Derecho del Trabajo del Sevilla.

El primero que en España usó el currismo como eximente fue Alfonso Guerra en persona. Cuando armó la que formó en Vila Real de Santo Antonio al saltarse la cola del transbordador del Guadiana y pedir el Mystere, recordarán lo que dijo: que mangó avión público para uso privado porque tenía que llegar a tiempo al rito currista del Domingo de Resurrección en Sevilla. Pero no hubo sólo ese antecedente de derecho olvidado por su señoría Romero al citar al señor Romero como fuente de Derecho. Cuando Chiqui Benegas estaba largando por la motorola, recordarán, aquellas escuchas del bastón blanco y de dios con minúscula, ¿dónde iba? Pues como Antoñito el Camborio y como el camborio de Guerra en el Mystere: a Sevilla a ver los toros. Pero no a ver al Fundi ni a Oscar Higares, sino a ver a Curro Romero.

Claro que en estos dos casos de la currisprudencia, los posibles beneficiarios de la eximente escaparon peor, porque se trataba de práctica del Derecho Político, no de teoría del Derecho Laboral. Mientras que al trabajador de la bronca el verdadero currismo le valió la readmisión, a los fingidos curristas les costó el puesto. Porque una cosa es una eximente y otra una excusa usando el santo nombre de Curro en vano. Currismo de ojaneta, vamos...

 

 

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