Un
            pasajero de un avión, de treinta años, cuyas iniciales son S.H., trompa perdido, hirió
            a la azafata Fiona W. durante un vuelo Londres-Málaga, al romperle en la cabeza una
            botella vacía de vodka y rajarle la espalda con el gollete roto, a modo de navaja. Tras
            aterrizar el avión en Málaga, a la azafata tuvieron que darle 40 puntos de sutura en la
            espalda, porque en los aviones no se puede fumar, pero te puedes poner ciego de vodka.
            Un sargento esquiador del
            Ejército español, de treinta y ocho años, Juan Carlos Miravete, ciego de pacharán,
            mató en el Hogar del Soldado de Jaca al cabo de reemplazo Samuel Ferrar, al descerrajarle
            un tiro en el pecho jugando a la ruleta rusa. Al sargento borracho empezaron a juzgarlo
            ayer en el Tribunal Militar Territorial de Tarragona.
            Todos los días, no en Málaga
            o en Jaca, sino en todo el territorio nacional, un conductor borracho se salta la mediana
            de la carretera y mata a un padre de familia que iba tan tranquilo por su derecha, cuando
            acababa de recoger en el colegio al niño que también muere en el accidente. Horas
            después, un marido completamente ebrio va a la gasolinera más cercana, compra una lata
            de gasolina y quema a su mujer, bonzo forzada. Mientras tal ocurre, un curdelón se carga
            a dos parroquianos en la riña de un bar, tras discutir por una quiniela. No tengo que
            citarles, porque ustedes se acordarán de él. a aquel mecánico, tajarina habitual, de la
            plantilla de conductores del Hotel Ritz de París, que en el Puente del Alma dio tantos
            jornales a ganar a la prensa del corazón. Todos los días, a las tantas de la madrugada,
            un muchacho que acaba de venir de la movida callejera, donde venden a bolsas con el hielo
            incluido mares de ginebra de garrafa, océanos de güisqui peleón, bastante puestecito de
            darle el cubata el mocito, resulta que llega el niñato a su casa y se ese encuentra con
            que el padre, nervioso, está aún despierto y levantado, esperándolo, y que el pobre
            papá, jó, papá, se mata la impaciencia y la preocupación fumándose un cigarrito. Y el
            muchacho de la movida, que apenas tiene dieciséis años pero que puede comprar libremente
            todo el alcohol que quiera, le dice al inquieto padre: "Papá, ¿otra vez estás
            fumando? ¿Por qué no dejas de fumar, con el daño que hace eso?" Eso. En esta
            España borracha, en este mundo beodo, el problema, como dicen nuestros generosos mentores
            los americanos, es que hay que dejar de fumar. El tabaco es nocivo para la salud de la
            persona. No, el alcohol no es nocivo para la salud de la sociedad.