Cuando
            empiezo a escribir este artículo, me están terminando de planchar y de almidonar mi jaca
            cartujana para ir a La Cartuja, a fin de asistir a la toma de posesión de Rafael Alvarez
            Colunga como reelegido presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía.
            --- Ah, ¿pero no dicen que en
            Andalucía lo que pasa es que no hay empresarios? ¿Cómo entonces preside la
            Confederación de algo que no existe? Eso es como presidir la Asociación de Pilotos de
            Burros Volando o el Real Círculo de la Cuadratura del Círculo.
            Puede que aquí el amigo tenga
            razón. Yo, la verdad, nunca he sabido muy bien qué presidía Alvarez Colunga. Sobre todo
            desde el punto y hora de que eso no lo preside Rafael Alvarez Colunga, sino El Lele, que
            es una cosa muy distinta. Rafael Alvarez Colunga es lo que viene en la cédula de convite,
            que cuando la estás leyendo, viene alguien y te dice:
            --- Ah, eso es que El Lele te
            convida a su toma de posesión... Anda que no tiene que haber allí flamencos...
            Pues sí. Por eso precisamente
            he mandado que me planchen la jaca cartujana, porque aunque escribo por adelantado, la
            toma de posesión del Lele tiene que ser lo más parecido a un bautizo gitano. Seguramente
            en La Cartuja no sabremos si hemos estado en la toma de posesión del Lele o en el bautizo
            de un nieto de Picoco. No sé si estarán los empresarios andaluces (andaluces de la parte
            de la Humanidad, claro) que han comprado Cruzcampo, la Clínica del Sagrado Corazón,
            Vittorio y Luchino, Cobreros. Pero sí puedo asegurarles quiénes no faltarán. A saber:
            Manuel Mairena, José el de la Tomasa, Pepe Peregil, Pepe Menese, Pansequito, Aurora
            Vargas. Y Rancapino no sé, porque como va haciendo el compás de José Alfredo Jiménez
            con Chavela Vargas...
            Este es El Lele. Si dicen que
            Andalucía es una tierra alegre, está bien que los empresarios tengan como presidente al
            Lele, porque el Lele transmite una imagen perfecta y perenne de felicidad. Si el
            presidente de los empresarios tiene esa cara, esto tiene que ser económicamente Jauja. La
            mejor propaganda de las oportunidades de inversión en Andalucía es la cara del Lele.
            Hasta el punto de que creo que la CEA regala un viaje a Cancún para dos personas, todo
            pagado durante una semana en un hotel de cinco estrellas, a quien demuestre
            fehacientemente que le ha visto alguna vez poner una mala cara al Lele. El Lele sonríe
            siempre lo mismo, ya esté en el Wall Street del 29 o en la Cultura del Pelotazo del 92.
            Se dedica, además, a hacer la vida feliz y agradable a la gente. Esto de que un
            empresario tenga la felicidad del prójimo entre los objetivos de su cuenta de resultados
            creo que es algo que sólo ocurre en Andalucía.
            Dicen los enemigos del Lele
            que El Lele no es empresario siquiera, como el negro de la copla: mami, ¿qué será lo
            que tiene El Lele? Lo que sea, pero rico podrido. Bueno, ¿y qué? Esto siempre es
            tradicional en Sevilla, que la derecha económica nunca dé la cara, sino que lo dé a
            través de persona interpuesta. Estos que niegan el pan y la sal al saleroso Lele son los
            que no preguntaban, un poner, qué empresas tenía Juan Salas Tornero. El Lele no procede
            del verticalismo patronal de los sindicatos franquistas, sino de la lucha por la
            democracia y de la horizontal, eginética, perenne sonrisa. A mí, ¿qué quieren que les
            diga? Me cae muy bien el Lele. Vamos, igualito que José María Cuevas, que no tiene mote
            ni tiene ná y la gente lo llama Cuevas, con la de cosas malas que que desde tiempos de
            Ali Babá pasan en las cuevas...