Y
luego dicen sus detractores que Curro Romero se tiene que ir de los toros, que está muy
viejo... Pues ahí tienen al "Juan Sebastián Elcano", que a sus setenta años
sigue como un chaval, triunfando por los ruedos de los mares del mundo y cortando orejas
para España. Y el más gaditano bergantín-goleta que vieron las olas, como está hecho
un chaval, lo mismito que un chiquillo que colecciona cromos de futbolistas o estampitas
de las Spice Girls, en cuanto que metió la sirena de su mascarón de proa entre el
castillo de los Tres Reyes del Morro y la fortaleza de la Cabaña, viendo tanta habanera
belleza y acordándose del castillo de San Sebastián y de la fortaleza de Santa Catalina,
fue que le dijo al comandante don Teodoro de Leste Contreras:
-- Mi comandante, no me traiga
usted aquí, joé, que esta ciudad la tengo repe...
A La Habana ha llegado un
barco cargado de... Cerveras. Van a bordo del bergantín-goleta los tataranietos del
almirante Cervera que mandó la flota de la Armada Española que hace cien años fue
derrotada en la batalla de Santiago de Cuba, a mi Habana que la registren, que ella no
tuvo la culpa, no fue este Morro habanero, fue el santiaguero el que contempló la
reedición en rústica de Trafalgar que fue el desastre del 98, donde Pérez Galdós
cedió los trastos de matar grandezas imperiales a Unamuno y a Baroja. Esto de que a bordo
de un bergantín-goleta vayan los Cerveras por colleras nos habla de cómo la Armada
conserva y cuida las tradiciones. El propio mantenimiento del barco, museo flotante,
símbolo y embajada de España, es ya una maravilla de nuestro patrimonio
histórico-artístico. Menos mal que a ningún moderno se le ha ocurrido en la Armada
decir que por qué no jubilamos a "Elcano" y lo sustituimos por un barco de
progreso. El progreso, a veces, está reñido con la lírica, y en verdad el "Juan
Sebastián Elcano" no es un navío, sino un poema que navega por la mar.
Y tuvo que ser el Rey el que
le diera personalmente al "Juan Sebastián Elcano" la orden de ir a La Habana,
donde el navío no fondeaba desde antes del triunfo de la revolución, que dicen
las mulatonas que lo veían entrar por la bocana del muelle, mientras el barquito gaditano
se volvía loco de ron y guaracheo, creyéndose que el Malecón era el Campo del Sur,
sólo que sin viento de levante, sino con una melaza tropical de esa calma chicha que a
las tres de la tarde desemboca en aguacero, compai, que te vas poner sopeao... Para
el Rey, el "Juan Sebastián Elcano" es como de la familia. Allí fue Don Juan
Carlos guardiamarina, allí el Príncipe de Asturias, allí, con su uniforme de almirante
de la Armada, entró Don Juan por el portalón, todo majestad y gloria, aquella mañana de
Cádiz en que a bordo del bergantín se iba a recorrer el mundo un muchacho llamado Felipe
de Borbón y Grecia.
Y como el Rey tiene paladar,
anda que buscó mal momento para dar personalmente a "Elcano" la orden de que le
fuera a La Habana a por tabaco, a por mojitos y a ver a Fidel... Navegaba el velero de
Cartagena de Indias a La Guaira, vamos, una cosa así como desde Sanlúcar al Puerto,
cuando recibió la orden del Rey. Estaba "Elcano" harto de coleccionar estampas
repes de su Cádiz, que si San Juan de Puerto Rico, que si Veracruz, y le faltaba esta
principal. Como en la copla del Pericón, a "Elcano" le gusta por las mañanas,
después del café bebío, pasearse por La Habana con su cigarro encendío...
porque cree que no se ha movido de Cádiz. Y bien que se va a pasear. Ese barco lírico
puede hacer por las relaciones entre España y Cuba más que siete mil embajadores. Con
otro Cervera a bordo y cumpliendo las órdenes del Rey, seguro que "Elcano", que
es un chiquillo caletero que acaba de cumplir los setenta años, le dirá a su comandante:
--- Mi comandante, lo que yo
le diga: más se ganó en Cuba...