ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Tuiteando Sevilla 31

 Las librerías San José y Eulogio de las Heras. La librería Oliam. El reñidero de gallos de la calle Doña María Coronel. El canódromo de Amate. Clínica La Montaña en la Alameda. Cuervas el de los juguetes. Las paradas de los autobuses del Aljarafe en el Mercado de Entradores. El almacén de plátanos en la Encarnación. La fábrica de sombreros de Fernández y Roche en la calle Arroyo. Perfumería Recio. El Bar Los 48 en el kilómetro 548 de la N-IV, junto al campo del Betis. La Torre de Ingenieros de Pineda. Los rombitos monodosis de champú que se compraban en la droguería para lavarse la cabeza una vez a la semana. El Cine Heliópolis, junto al Avelino. La miguilla de la Cruz Verde.
La quincalla Casa Pérez en la calle Puñonrostro, luego ampliada en la esquina con Recaredo, frente a la Cochera de los Tranvías, y rotulada como Almacenes Pérez. Cuando Casa Robles era una tienda de comestibles de la calle Francos, esquina a Pajaritos. Los escribientes de Almacenes Peyré que se veían por las ventanas de calle Francos, con manguitos, en sus mesas inclinadas. La pequeña tienda de cambio de novelas en un zaguán de la calle Arfe. El puesto de periódicos del zaguán de la Asociación de la Prensa, en la plaza de San Francisco. Caramelos Mauri en la calle Muñoz y Pabón. Los cuarterones de tabaco de estraperlo "El Cubanito". Café Moka en la Cuesta del Rosario. Los cortes de traje de Tamburini y de Gorina. La Peña Rociera del Barrio León. El almacén de tejidos de Algarín Hermanos en la calle Lineros, frente a Vilima. Los velos blancos del mes de mayo en el colegio de las Esclavas. La fábrica de helados de Ballester en la calle García Ramos. La perfumería Arancón. Llegar a casa a las 10 de la noche, inexcusablemente. La peletería Jacinto de la calle Tetuán.
La mercería de Rogelia en la calle Tomás de Ybarra. El colegio de los Escolapios en la plaza Ponce de León, antes de trasladarlo a Montequinto, donde don Antonio Martín Flores introdujo el voleibol en Sevilla. El puesto de flores en los Jardines de la Caridad de la calle Temprado. Los talleres Chávez en la calle Santander. Las mañanas de fiesta del día de San Fernando en el patio del colegio de los Maristas de la calle Paraíso y los nervios de los niños esperando ansiosos la salida de los curas jóvenes que los perseguían, correa en mano, disfrazados de cabezudos. El mes de mayo en el colegio de los Maristas, con flores a María. La tienda de comestibles de Manolo Castro, la pandilla de la esquina y el equipo del Huracán en el barrio de El Porvenir. Ir a la playa de Chipiona o de Valdelagrana los domingos, cinco en un Renault Dauphine sin aire acondicionado y sin autopista de Cádiz. El parte de Radio Nacional a las 10 de la noche: "Gloriosos caídos por Dios y por España, ¡presentes!".
Pastillas Koki de mentol-penicilina: "Gallo que no canta, algo tiene en la garganta". "En invierno y en verano, Calzados Díez Hermanos" (en la plaza de San Agustín). "Para buena cerveza y mejores pajaritos visiten Bar Quito" (en Puente y Pellón). Los billetes amarillos de ida y vuelta de los autobuses municipales, llamados inicialmente "El Pegaso". Los niños haciéndose fotos con un Rey Mago de barba blanca sintética en la puerta de la Clínica de las Muñecas de la calle Cuna. La palomita de anís escuchando por la radio Cabalgata Fin de Semana. El vivero que había donde hoy están el Instituto Fernando de Herrera, la Residencia de Estudiantes y la Jefatura de Tráfico,construidos por este orden. Cesta y Puntos. El capitán Tan, Valentina y Locomotoro. (Redactado con recuerdos enviados por los lectores al correo: redcuadro@yahoo.es )

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