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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,  jueves 1 de abril de 1999


Penitentes con garbo

"El antifaz no nos deja ver la cara de quien va dentro... Y es mejor, porque algunos tienen mucha cara saliendo de nazarenos sin preocuparse de llevar una vida cristiana..." ¿Saben en qué papel viene esta tontería? Pues no en el boletín de una hermandad de pueblo, sino en un impreso que la Madre y Maestra de las Cofradías de Sevilla ha repartido entre los nazarenos que acaban de entrar en la Real Iglesia de San Antonio Abad hace apenas unas horas. Un papel donde viene una de las tonterías más grandes que hemos leído en este tiempo de verbalización de la Semana Santa, de profanación de lo sagrado y de sacralización de lo profano: "El buen penitente lleva la cruz con garbo, pero sin ostentación..."

-- ¿Pero esto de la cruz con garbo qué es? ¿Un penitente del Silencio o Sarita Montiel en "El Relicario"?

Pues espere usted, que hay más. En el bochorno en forma de impreso que entregaron a los nazarenos de la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, Archicofradía Pontificia y Real de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y María Santísima de la Concepción, figura un ridículo "Decálogo del Nazareno", tan absurdo como si a los hermanos Peralta les entregara n el "Decálogo del Jinete". A este papel de quienes los han perdido pertenecen estas chorradas: "El buen nazareno tiene enorme paciencia con la gente", "El buen nazareno obedece al celador o al diputado de tramo", "El buen nazareno no da caramelos, sino testimonio de su fe..." Joé con el buen nazareno, la cantidad de tonterías que se pueden decir a su costa... Casi tantas como acerca del costalero, del que en el papel de la Madre y Maestra también vienen consejas y sentencias, algunas muy poco del oficio, como esta suprema justificación de lo que en la jerga del martillo y la trabajadera se dice "aliviarse": "Jesús dijo "llevad los unos las cargas de los otros"..." Tengo que preguntar a Carmelo Franco que dónde dijo Jesús que eso de aliviarse. Cuando se me quite la perplejidad de la carea del costalero, de la que también se ocupa el papel del Silencio: "El cofrade costalero es un nazareno sin antifaz, de los que van por la vida dando la cara..." ¿Pero en qué quedamos, Joaquín Delgado-Roig Pazos, hermano mayor del Silencio? ¿No era mejor que el antifaz no nos deje ver la cara de los nazarenos, porque hay algunos con mucha cara, tanta que algunos hasta son barandas del Consejo de Cofradías... Pero cuando estábamos en esa consideración teologal de la cara, resulta que es mejor ser costalero, porque se da la cara. Con tal de que no te la partan los abonados de la Campana...

Para qué seguir con el papel del Silencio. Nunca mejor dicho que calladitos están más guapos. Si lo traemos, como media verónica final de esta Semana Santa es porque se está pudiendo observar un curioso fenómeno de penetración de la jerarquía eclesiástica en las cofradías, al que responde este papel indudablemente. Una de las gloria de los nazarenos antaño es que constituían un territorio exento dentro de la Santa Madre Iglesia, donde, gracias a Dios, no ponían la mano los curas. En las cofradías está ocurriendo que hay mucho seglar con aficiones de cura, mucho cura de la Señorita Pepis en las juntas de gobierno. El mejor testimonio cristiano, no se olvide, es la fe del pueblo cuando oye un tambor y una trompeta. Lo demás es Silencio, iba a decir. Pero desde que El Silencio reparte ya entre sus nazarenos estas tonterías teologales, por un lado no sé, y por otro qué quieres que te diga...

 

 

 


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