España
va bien, en efecto, pero hay vecinos que no pueden pegar ojo con la movida. Muchos tienen
que pagar un revolucionario impuesto de radicación, si su casa está en zona de movida.
Noche tras noche y hasta las claras del día, los ruidos, berreos, alaridos, canciones
cuarteleras o carcelarias, carreras de motos a escape libre, barbaridades, gamberradas. Y
no se les ocurra quejarse a la Guardia Municipal...
España va bien, pero nuestras
ciudades van cada día peor de educación ciudadana básica. Claro, como ahora todo es
cultura, unos niñatos emborrachándose en la vía pública son un "hecho
cultural", la del botellón, que hasta debe ser protegido como BIC a poco que nos
descuidemos. De aquí que nada valga llevar a los ayuntamientos a los tribunales, porque
como las litronas dan votos y los aberrantes berreantes son siempre más numerosos que los
pacíficos vecinos, en el conflicto abierto en las ciudades, la autoridad competente,
(demostradamente incompetente e ineficaz) se pone de parte de los borrachucios que dejan
las calles convertidas en pocilgas. No sólo no los quita de las calles, sino que se gasta
millonadas en limpiarlas tras sus vomitonas y basuras de vasos y "kits" de
borrachera con alcohol de garrafa. Porque además de borrachos son unos guarros.
Estamos ante un problema
mundial. A raíz de mi "Sermón del botellón", me
escribía un lector desde México: "No solo a la juventud española le ha dado por el
botellón; también pasa en mi tierra, Guadalajara, la del tequila. ¿Y qué me dice usted
de la droga que la usan como si fuera sal?" Estamos creando una sociedad sin humo,
que la ha tomado contra el tabaco, pero que glorifica el alcohol como símbolo de la
juventud. Qué horror. Otro lector me dice desde Córdoba la llana: "Me preocupa y
mucho el "Pacto para la Noche" del que tanto se habla estos días. Se parece
demasiado al pacto por el empleo o al pacto por el medio ambiente. Me preocupa aún más
que quien lo va a capitanear ya haya dicho que la movida es un "hecho cultural".
Creo que quizá esta sea la única esperanza. Los "hechos culturales" no deben
quedar en la calle y deben llevarse a lugares mas selectos, tal vez a los patios de los
Ayuntamientos o de los Palacios oficiales."
Desde esa América de donde
han importado la lucha contra el tabaco deberían traer también la lucha contra el
alcohol callejero. En muchos Estados y ciudades de Norteamérica existen leyes
sencillísimas contra la movida: basta con prohibir el consumo de alcohol en plena calle.
Dentro de los bares pueden hacer lo que tengan por conveniente, pero los guardias se
llevan a la prevención al que cogen en la vía publica, por aquello de que es pública,
con un vaso o una botella en la mano. Hasta los borrachos profesionales de la Bowery de
Nueva York van con la botella dentro de una bolsa de papel de estraza, para que no puedan
decirles que están bebiendo en la calle. ¿Quién le pone este cascabel al gato? Muy
sencillo: los plenos de los ayuntamientos. ¿No ordenan el urbanismo, lo que se puede
construir y lo que no? ¿Por qué no hacer un Plan General de Ordenación Urbana de lo que
de modo tan preocupante ocurre en la ciudad? ¿No se prohibe fumar en edificios públicos?
¿Por qué entonces no prohibir el consumo del alcohol en la vía pública? Y si es el
Congreso de los Diputados el que aprueba una ley que de una vez por todas ponga mano dura
contra el alcohol, habremos conseguido algo tan difícil, pero tan sencillo, como parar la
movida.