Las
Mantequerías Leonesas en la calle Tetuán. La Farmacia El
Globo. La Perfumería Luque. Las Casas de Socorro en la calle
Rosario, la calle Alhóndiga, la calle San Jacinto, la calle
Marqués de Nervión. El Equipo Quirúrgico. El Hospital
Central. La copa de palo cortado en La Vendimia Jerezana. La
Farmacia Moliní, donde vendían como receta magistral unos
granulitos de clorhidrato de estricnina al 1%, para la
atonía de las cuerdas vocales de los cantaores, recetadas
por don Vicente Acosta. Almacenes Guimerá-Guimosal en García
de Vinuesa. El Zepelín de Góngora. Garbancito con su carrito
de inválido. El Banco Coca. Almacenes Alvarez. Alas
Publicidad. Inca Publicidad junto al teatro San Fernando y
al despacho de La Teatral, con el gran Manuel González
Salas, autor del libro "Así hablamos". Herrera el las plumas
en la esquina de Sierpes con Almirante Bonifaz. El
marisquero Manolín, chaqueta blanca impoluta pregonando: "De
la mar de mú lejo, cangrejo". El rinconcito de marisquería
de Emilio en la barra de Los Corales, con un mostrador que
daba directamente a la calle Sierpes.
La viuda de Concha y Sierra saliendo de su casa de la calle
O´Donnell en su coche de tirado por un tronco de dos
caballos bayos. Casa Navarro en la calle Sagasta, donde
anunciaban los platos en carteles; había algunos curiosos:
"Bocadillo de jamón, 10 pesetas", "Algo de jamón en una
viena, 2 pesetas". Sarasate, con su gastada chaqueta, pero
porte elegante, que tras tocar el violín presentaba éste con
el dorso hacia arriba para que los clientes dejaran su
óbolo. Los metros de madera, con conteras de metal amarillo
para evitar su desgaste, en las tiendas de tejidos de la
calle Francos. El descubrimiento del Tesoro del Carambolo.
Los nombres mágicos de las carrozas de la Cabalgata de
Pepito Caramelos: "Las princesas azules del lago de los
cisnes blancos". Los borriquitos de la Cabalgata en los años
del hambre.
Los enchufes de rayas para la corriente eléctrica de 220 y
los de redonditos para la de 125. El estabilizador de
corriente para la radio. La tele con antena de cuernos. El
detergente Tu-Tú. Sacar a la calle el cubo de basura y
subirlo vacío a la mañana siguiente. El surtidor de gasolina
de la Plaza Nueva, frente a la Telefónica. Las cajeras del
Spar y de aquellos primeros supermercados, con su habilidad
extraordinaria para marcar los precios tecleando en la caja
registradora, antes de los códigos de barras. El primer
lector de código de barras que puso Valentín Alvarez Vigil
en las cajas de Ecovol. "Los Incansables de Torreblanca";
eran dos: el batería y el acordeonista, y tocaban en
cualquier lado.
El bar de Máximo Valverde en el Patio de San Laureano. "El
hombre que va a cagá": guasa sevillana sobre la estatua de
Daoíz en La Gavidia, en alusión al paso rápido que simula y
el pliego de papel arrugado que lleva en su mano derecha. El
mote de Zapatones para la misma estatua de Daoiz. El Tiburón
Citroen Payá de juguete, teledirigido con cable. Los polos
de a peseta, que te dejaban la lengua del mismo color que su
fuchina y que quedaba completamente blanco a la primera
succión. "¡Al sielo voyyyyyy!". "Arvellanas resién tostás,
tres veinte duros". "Sillas baratas, buen sitio."
"La Gloria de España", institución creada por Antoñito
Procesiones, y al que cuando se le preguntaba cuál era el
fin de sus participaciones de peseta, contestaba:
"Mayormente, pá mis gastos" (o sea, puros Farias). El paso
de La Lanzada de vuelta por la Avenida con la carrera
oficial desmontada ya. "¡Un repaaaso!" en La Nueva Ciudad.
Las sillas para atender a las señoras en el mostrador de las
tiendas del centro. Los lavaderos en las azoteas. Llamar a
los camareros a palmadas. (Redactado con recuerdos enviados
por los lectores al correo:
[email protected] )
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