Hubo otra foto antes de la foto de la tortilla, en
la historia de la escuela sevillana de "los autoproclamados socialistas", como
decían entonces las notas de la Brigada Político-Social de la Policía franquista. Pero
esa otra foto anterior a la foto de la tortilla no tuvo carrete, ni papel, ni cámara de
Manuel del Valle manejada por Pablo Juliá. Fue la imagen que los amigos de González
tenían entre los grupos de oposición al franquismo. Eran "los del despacho de la
calle Capitán Vigueras". Los abogados más o menos laboralistas agrupados en torno a
González, que defendían a los obreros de Loscertales en San Jerónimo y de Cerámicas
Bellavista, que estaban especializados en despidos improcedentes por cuestiones sindicales
y en aquellas huelgas que el franquismo disfrazaba de "conflictos colectivos".
Aproximadamente, los de esta
foto anterior a la foto de la tortilla eran rojos. Pero no rojos maoístas como Pina
López Gay, ni rojos carrillistas como Amparo Rubiales. Eran rojos europeos, rojos dentro
de un orden. Rojos que no querían cambiar ese orden ni comprometerse en exceso en la
ruptura democrática que pedía todo el mundo... menos los del despacho de Capitán
Vigueras.
Los del despacho de Capitán
Vigueras se trabajaban sobre todo las relaciones internacionales. No acababan de llegar de
Francia, invitados por el Partido Socialista Francés, cuando emprendían viaje a Italia,
invitados por el Partido Socialista Italiano, para ir luego a Portugal, invitados por el
Partido Socialista Portugués. A los comunistas, a los carlistas autogestionarios de
Carlos Hugo, a los de Comisiones Obreras, la Policía les denegaba el pasaporte, por
rojos, y no podían ir ni a la esquina. A los del despacho de Capitán Vigueras, en
cambio, no solamente les daban el pasaporte, sino que incluso forrado en piel de Ubrique,
en piel de futura cartera ministerial. Los de la Social, como tenían información,
sabían con quién se gastaban los cuartos y de quién dependerían en el futuro las
habichuelas de sus hijos, y los ejemplos de la Pide portuguesa estaban demasiado cercanos
como para jugarse la carrera.
Los del despacho de Capitán
Vigueras, protegidos de Bonn, niños bonitos de la Embajada Americana, fueron casi todos a
Estados Unidos, invitados por el departamento de Estado como futuros líderes de la
democracia española. Los americanos apoyaban a Franco, pero como sabían que aquello no
iba a durar mucho, hacían como los del Opus, que tenían extendidas sus redes tanto
dentro como fuera del régimen, extramuros, que decía entonces Emilio Romero en la
Tercera Página de Pueblo.
De ahí que a los que tuvimos
esta imagen de la escuela sevillana del autoproclamado socialismo antes de la foto de la
tortilla no nos sorprendiera nada que, llegados al poder, una vez asomados a la ventana
del Palace, una vez desprovistos del traje de pana, se proclamaran atlantistas. Aquel
"Otan, de entrada no" estaba escrito con errata. Era en verdad "Otan, de
entrada no sé cómo decirte..." Era en verdad "Otan, de entrada, ¿qué quieres
que te diga?" Era en verdad "Otan, de entrada, ¿cómo te diría yo?" Era
en verdad "Otan, de entrada, adiós, que luego te lo cuento."
Y lo que nos contaron fue lo
que nos tenían que contar. Que vayamos todos juntos y yo el primero por la senda
atlética de la OTAN, de los americanos, y de lo que guste mandar la Trilateral.
Contemplado todo desde la perspectiva de la calle Capitán Vigueras hay que decir que los
autoproclamados socialistas serán todo lo que ustedes quieran, menos una cosa: no son en
absoluto desagradecidos. El que no tiene padrinos no se bautiza, y éstos se bautizaron de
poder gracias a que respondían al modelo de transición española dibujado por la Casa
Blanca y el Pentágono, por la CIA y por la Trilateral, y llevado a la práctica desde
Alemania, teniendo al gobierno de Bonn y al Partido Socialdemócrata alemán como cabeza
de puente para que en España no ocurriera lo que pasó en Portugal. Anda que no le sacó
nada el PSOE al miedo de los americanos y de los alemanes por los clavelitos dichosos de
la revolución de Portugal...
Nos metieron en la estructura
militar de la OTAN, jugaron al tejo con el lema comunistas de OTAN, no, bases fuera",
y nos dejaron las bases bastante dentro, nada menos que en el corazón de aquella
Andalucía cuya banderan arrebataron a los oficialmente andaluciustas, torpes como la UCD
en el timo de la estampita del 28-F que a Andalucía le valió, entre otras cosas, la
perpetuación de Morón y de Rota.
Y todo porque como son bien
nacidos, nacidos en el despacho de la calle Capitán Vigueras, son agradecidos, y pagaron
todas las deudas de OTAN a sus antiguos protectores. Algunos como Javier Solana lo
agradecieron hasta tal punto que se apuntaron en el banderín de enganche de la Legión
Extranjera de la OTAN, y ahí lo tienen, bombardeando criaturas. Aquel Capitán Vigueras
es ya por lo menos general de cuatro estrellas...
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de anteriores capítulos de "Memoria de Andalucía"