Los hermanos
Morillo (Pepito y Manolo con Antoñita Adrián) en las Galas
Juveniles del Teatro San Fernando. El Palacio de las
alfombras. El luminoso de Philips en la casa de los
Guardiola, en la Puerta Jerez. El casco blanco de los
guardias municipales que regulaban la circulación. Los
cascos de vidrio de las botellas de la Central Lechera. El
cartonero del Postigo, frente a los ultramarinos de
Valentín. El puesto de agua en la Estación de Autobuses. Los
cuatro cines que había en un radio de 100 metros desde la
esquina de Sierpes con Rivero: Palacio Central, Imperial,
Lloréns y Pathé. El Land Rover subiendo las dos empinadas
rampas metálicas en la Feria de Muestras de los Jardines de
San Telmo. El tío musculoso del anuncio del Sanson Institute
en el periódico. El grifo del agua "dulce" de la SWW (Seville
Water Works Company) o Agua de los Ingleses. El otro grifo,
el del agua filtrada, y los registros callejeros de hierro
con sus iniciales: AF. "Hacer un ojo" para lavar los platos.
Los tendederos llenos de gasas para bebés y de paños
higiénicos de señoras.
El toro bravo que se escapó de la estación de San Bernardo
cuando era trasladado para una corrida y llegó por el centro
hasta el Gran Britz de la calle Tetuán. Los bordillos
luminosos de cristal, con publicidad, que ensayaron sin
éxito en la calle Albareda, en el tramo comprendido entre
Tetuán y General Polavieja. La cinta transportadora de
papeles y desperdicios al pie de la barra de la cafetería
Riviera, en la Campana. En la avenida de Menéndez Pelayo, en
el tramo del Cine Florida y hasta la Puerta de la Carne, las
mesas y sillas de tijera que ponían en la calle los bares y
tabernas, donde los clientes bebían a chorro vino blanco
peleón en botellas de medio litro de las de agua de Carabaña,
con un tapón de corcho horadado con dos cañitas, y tomaban
tapas exclusivamente de aceitunas y altramuces.
Los carteles de los partidos en el Sánchez Pizjuán que
anunciaban entrada gratis para "militares sin graduación de
uniforme". Las niñas del colegio del Santo Ángel yendo con
el velo blanco a misa en el mes de mayo. El tren del muelle
por el Puente de Hierro. El Santísimo portado por un
sacerdote camino de una extremaunción con el monaguillo de
la campana delante, a lo que la gente llamaba El Santolio:
"El cura va a darle el Santolio a uno que se está muriendo
en el Corral de los Chícharos". La reata de borricos
acarreando a los vertederos los cascotes de derribos. Los
yogures en envases de cristal, con tapaderas de papel
cogidas con gomillas. Espurgar las lentejas en la mesa de
camilla. "Te voy a dá un guantaso que vah a dá más guertah
que la cabesa de Padilla Crespo". Los polos napolitanos de
nieve envueltos en papel de celofán transparente. Las gomas
de borrar que olían a nata.
El Colegio Alemán en la calle Brasil, 13. Los quintos del
Cuartel de Ingenieros subidos a la valla del Colegio Alemán
para ver a las niñas en camiseta y pantalón corto haciendo
gimnasia. El hogar de la colonia alemana en el Pasaje de
Andreu, encima de una cochera. La tienda infantil La
Cigüeña, de F. Gallardo, en la Alcaicería. La Academia Almi
en la calle Tetuán. Casa Kodak en Campana, 10, esquina al
Duque.
La pensión Otte, en la calle Brasil. La casa de las máquinas
de escribir Olivetti, en la Avenida, junto a Correos. La
Casa Emilio Moeckel en la calle Adriano, con taller,
oficina, tienda y exposición en la esquina de Pastor y
Landero. El colegio de monjas Santa Elena, en el antiguo
chalet de la familia Zambrano, calle Brasil esquina a la
avenida de la Borbolla. El Consulado Alemán en la calle
Federico Sánchez Bedoya y después en la calle Brasil 1.
(Redactado con recuerdos enviados por los lectores al
correo:
[email protected] )
ANTERIORES TEXTOS DE ESTA SERIE:
|