La pareja
de muñecos de tamaño natural vestidos de maño y
electrificados, pisando la uva en el despacho de vino de
Cariñena en la Calle del Infierno. La Ola, de Atracciones
Bañuls. El laberinto de cristal. Los polos de hielo y
fuchina. Los moldes para cortar los bloques de helado en
cuadrados simétricos: "Hay helados al corte". Las galletas
de esos helados al corte, que chorreaban por los cuatro
lados la fresa y nata o la vainilla y chocolate. Los helados
de tutifruti. Las tapaderas de aluminio, formando una
especie de cono, de los carrillos que vendían "el mantecado
helado". La tómbola del Cardenal Segura en los jardines de
La Lonja con las hermanass Sánchez Dubé despachando
papeletas: el máximo premio era un Renault 4-4. El puesto de
salchichas alemanas con mostaza que ponían al lado. Los
parches Sor Virginia. La pomada contra las hemorroides que
fabricaban artesanamente en el hospital del Pozo Santo. Los
Juzgados en el edificio de la calle Almirante Apodaca. La
Audiencia en la Plaza de San Francisco, donde ahora está
Cajasol.
Los envases transparentes de plástico pequeños llenos de
bolitas anís de colores que vendían en los puestos de
chucherías. Los cartuchitos de chufas (o cotufas) que
vendían en los cines de verano. Don Cicuta. Los
Chiripitifláuticos. Perry Mason. Los dos rombos en las
películas de la tele. El 3-R, mayores con reparos, en la
cartelera de cine del Correo. En la misma cartelera, el 4,
gravemente peligrosa, para las revistas de Colsada que
venían al San Fernando con Gracia Imperio y Luis Cuenca. El
maestro Albero con la Banda Municipal en las cofradías. Los
puestos de sandías y melones con el toldo de lona. Las
patatas fritas de Navarro en Santa Cecilia. El campo de
fútbol del Club Deportivo Puerto, donde ahora está el
Seminario, el primero que tuvo iluminación nocturna en
Sevilla. El hoyito en el bollo para la merienda de pan con
aceite y azúcar.
El Sagrado Corazón de los Jesuitas de la calle Jesús del
Gran Poder en procesión por El Duque entre palomas blancas
vivas y gladiolos granates. El Sagrado Corazón de Nervión
pasando por una Gran Plaza terriza y con edificaciones de
apenas dos plantas. El desaparecido colegio salesiano en
Castellar. El día que se hundió el Colegio del Santo Ángel y
afectó a la clase donde estaban la alumna Gloria Gamito. El
fajín morado y el "sombrero de picador" del uniforme de las
niñas del Santo Angel. Las bodas de lujo en la capilla de la
Virgen de la Antigua y el convite en Los Venerables. La
avioneta lanzando aleluyas en la coronación de María
Auxiliadora, con media Sevilla y parte de Utrera abarrotando
la Puerta Jerez. Un buey de las carretas del Salvador,
desmandado en plena Avenida. Los balandros de guirlache, con
relleno de nata y velamen de chocolate, de confitería La
Española. La guita blanquiceleste con que Ochoa sigue atando
los paquetes. Las fuentecitas de mármol en las pastelerías.
Las vienas calentitas que todos los días, hacia media
mañana, traían al colegio San Francisco de Paula desde la
panadería de la calle Alcázares. Don Anuario y sus
familiares clases de Latín y Griego a los cinco alumnos que
cursaban Letras. El olor a pan recién cocido del Horno de
Santa Cruz que llegaba a las clases del colegio de la
Doctrina Cristiana en la calle Guzmán el Bueno.
El puesto de calentitos de Perdigones en la calle Betis. El
cura de Santa Ana, llamado por el barrio "El Obispo Calé".
Las cigarreras por la calle Betis, todos los días a las 8 de
la mañana. El hombre que vendía en El Jueves: "Hay piedras
de mechero, pa los niños que vienen al Jueves sin dinero ".
Manolito, el barbero de la Barbería de los Pajaritos en la
calle Betis. Su padre, Inocente, que tenía de todo, menos de
lo que indicaba su nombre. (Redactado con recuerdos enviados
por los lectores al correo:
[email protected] )
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