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La alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, de
campaña |
Todos los partidos dan las listas, las listas de concejales. Como si dan
la lista de la lotería, lo mismo. Nadie conoce a nadie. Pero no sólo ocurre con las
listas de los concejales. Con las listas de los diputados a Cortes y de los senadores del
Reino pasa tres cuartos de lo propio. Si quieren, les recomiendo un bonito juego de
sociedad que pueden hacer en las sobremesas tediosas con los amigos con quienes tengan tal
intimidad que les digan qué han votado, o que les engañen diciendo lo que está bien
visto que se vote, que es lo que hacen los que son preguntados en las encuestas, y así
salen luego las encuestas, hechas unos zorros.
El juego consiste en decir al amigo, cuando
se está almorzando en un restaurante, a los postres:
-- ¿Tú a qué partido votaste en las
últimas generales?
-- Yo, al PSOE...
-- Bueno, pues pago el almuerzo si me dices
el nombre de tres diputados del PSOE por Sevilla...
O por Huelva, o por Málaga, o por Cádiz.
Por la provincia que sea. Da lo mismo. Tengan la seguridad de que si hacen esa
apuesta-juego, ese Trivial nada trivial, fijo que se van de rositas a la hora de la
dolorosa factura de la comida, que paga el otro. Da lo mismo que se haya votado al PSOE o
al PP, a Izquierda Unida o la Candidatura Independiente de Villanueva del Trabuco. No
solamente no se conocen los nombres de los que salen elegidos, sino que a los que salen
elegidos no los conoce nadie.
-- En su partido sí que los conocen, por
eso los ponen...
Y ése es el defecto fundamental de esta
democracia muñida por los partidos y alejada de los votantes. Solemos poner siempre como
ejemplo al Reino Unido de la Gran Bretaña, que allí, como se elige un diputado por cada
circunscripción de distrito, comarca o barrio y no por listas provinciales, los que salen
elegidos, por la cuenta que les trae, no le pierden nunca la cara al electorado, y cavan
los tomates en el huerto de su parcelita yendo cada fin de semana desde Londres a
interesarse por los problemas de la circunscripción. Yo no lo pongo tan complicado como
el sistema electoral inglés para los diputados. Lo pongo más facilito: ¿sería lógico
que, ya que no conocemos al diputado por la provincia, conociéramos al menos al concejal
del barrio? Pues ni eso. Yo no sé cómo puñetas se llama el concejal encargado del
distrito donde vivo; es más, desconozco si hay concejal de distrito. Conocemos al alcalde
y a la alcaldesa, y listo. Los otros son los que van en la lista. Si en el Congreso son
llaves para votar, aquí ni siquiera son llaves para ser votados. Pones a La Pantojita la
tercera en la lista del PSOE y sale concejala por Sevilla.
Digo todo esto porque Soledad Becerril ha
presentado su lista de 33 concejales y, de los siete mil periódicos que se editan cada
día en Sevilla, sólo uno de ellos da los nombres. Y no los 33 nombres, sólo el de los
diez aspirantes a concejales que encabezan la lista. Da lo mismo. Tampoco conocemos a los
diez cabezas de cartel. Y si en Málaga sabemos que Celia Villalobos lleva a Alejandro
Bengío en la lista, es porque a Alejandro Bengío le han dado la del tigre de Angel
Cristo con sus deudas fiscales. Los 33 que lleva Soledad Becerril deben de ser muy buenos
pagadores, porque no sabemos siquiera sus nombres.
Así que usted, que va el décimo de la
lista de IU por Dos Hermanas y paga sus impuestos, ya me dirá quién lo conoce. A usted
no lo conocen ni aunque haga la campaña con el Cobrador del Frac al lado. Como Bengío.
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