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Columna semanal de Jaime Campmany en la revista "Epoca", de la que es director |
Algunos, cuando cumplen los 80, reciben a los nietos en la residencia de
ancianos y con mucho esfuerzo soplan las velas de una tarta. Cuando don Luis Fuentes
Bejarano cumplió los 80 años, se encerró con un cuatreño, le pegó veinte muletazos y
lo mató de una estocada hasta la bola. Ahora, don Luis Fuente, el decano de los matadores
de toros, ha muerto, con su garbo de capa y sombrero, que lo veías por la calle y aquel
señor, con aquellos andares, iba diciendo que no podía ser ni notario jubilado, sino que
lo habían parido torero, como torero ha muerto. Cuando acaba de cumplir tres años más
de los que tenía don Luis Fuentes cuando mató su último toro, Cela se ha encerrado con
una novela y le ha dado la estocada hasta la bola a "Madera de boj" en forma de
punto final.
Y mi cartero está muy mosqueado, porque no
hace más que traerme libros nuevos, frescos, ingeniosos, salidos de la pluma de Jaime
Campmany, el hermano mayor de esta Cofradía de la Columna. No acababa de traerme los
retratos al vitriolo de "Callejón del gato" cuando ya estaba aquí con una
novela, "La mitad de una mariposa". Y eso que se ahorra acercarme cada nueva
edición de los "Libros de los Romances" y las reimpresiones de "Jinojito
el lila". Y como es flamenquito, con el último libro que me ha trajo, mi cartero me
dijo como Caracol el del Bulto a los aviones nacionales que bombardeaban el Madrid de la
guerra civil:
-- Este Campmany amigo suyo, ¿es que no
para ni para almorzar?
Afortunadamente no para. Aquí solemos
valorar mucho a los decanos de otros oficios, pero en éste de la columna, por envidia, se
nos van vivos los maestros más cercanos. No voy a cometer la ordinariez de decir los
años que tiene Jaime Campmany. Yo calculo que 25. Le saco esa edad al carné de identidad
de la frescura siempre nueva de sus artículos, al primor de sus novelas, a la fuerza de
sus retratos contemporáneos, al vigor de sus romances. En la muerte del maestro Fuentes
Bejarano, me he acordado de la vida llena de fecundidad de este otro maestro, que también
ejerce su oficio dentro y fuera de la plaza de la columna. Veía la gente a don Luis por
la calle y decía: "Ahí va un torero..." Escuchan por la radio a Jaime parar,
mandar y templar el verso periodístico y dicen: "Ahí va un escritor de
periódicos". Así que comprenderán ustedes que muestre mis más profundas dudas
sobre todas esas tonterías que decir suelen sobre los mayores de 65 años. Los que están
en edad de jubilación son muchos jovenzuelos imbéciles que hay sueltos por ahí.
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