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Amalia Gómez pide que fabriquen ropa de tallas
grandes |
Lo descubrí. Por fin puedo revelarlo. Amalia Gómez no es del PP.
Es de Botero. Venus del magdeleniense, Gracia de Rubens con toda la gracia, Amalia es un
permanente elogio de la mujer gordita. Las gordas al poder. Y a mucha honra. ¿Pasa algo?
Se acabó la falsedad, la hipocresía y el Biomanán. Amalia ha pedido como secretaria
general de Asuntos Sociales que los fabricantes de ropas se dejen de Claudia Schiffer y de
Leticia Casta y que produzcan tallas grandes. Y pide a la sociedad que cambie el modelo,
nada de la elegancia social de la anorexia. Que donde esté una buena viena con manteca
colorá, que se quite la sopa comegrasas. Ole. Del mismo modo que Adolfo Domínguez nos
enseñó que la arruga es bella, y así pude maravillarme en el Compás del Cante de la
hermosura de Merche Esmeralda, Amalia nos dice que el michelín es bello. Que donde esté
una gorda con todos sus avíos (del puchero), que se quiten estas niñas escuchimizadas
que están pidiendo urgentemente un cocido de Sánchez, Romero y Carvajal... en vena. El
PP las quiere gordas y retotolludas. Si España va bien, que lo note la báscula.
No sabía la causa del éxito político de Amalia y ahora
lo comprendo. Es tan popular por mandato democrático de las gordas. Antes que de derechas
o de izquierdas son gordas, por eso están encantadas con Amalia Gómez, que no se
avergüenza de su talla 46, como por el otro lado las señoras de la derecha están
encantadas con Cristina Almeida, que también tiene a orgullo sus kilos. El kilo de más
no es ni de derechas ni de izquierdas. Es sencillamente mayoritario en la sociedad. Aunque
protesten los laboratorios Roche y se haga el boicot a la droga mágica contra la grasa,
Amalia predica el orgullo de la gordura. Una gorda puede mover el mundo mucho más que una
delgada. Claro que, aparte de tallas grandes a los fabricantes, Amalia Gómez debería
pedir también a Javier Arenas que aplique la filosofía de la gorda en el propio partido.
Cuando se buscaba presidenta del PP en Andalucía, entre una gorda como Amalia y una
delgada, hética, casi anoréxica como Teófila Martínez, Arenas rechazó a Gómez por
exceso de trapío y se quedó con Martínez. No hay derecho, Amalia. A una delgada como
Teófila, ¿cómo la van a votar las gordas? En las elecciones funciona el espíritu de
cuerpo. Los abogados votan al abogado, los béticos votan al bético y las gordas votan a
la gorda. Y ya lo dicen los sondeos de Demoscopia: hay más gordas que delgadas, más
votos de la talla 42 que de la talla 34. Teófila arrasaría si todo el electorado
femenino fuera como Anne Igartiburu, la Ginger Rogers vasca del Corazón de Invierno. Pero
como el electorado es de talla grande, la que arrasa de verdad es Amalia. Que va por el
mundo sin complejos de derecha, ejerciendo de buena persona, de preocupada por los
demás... y de gorda. En una reunión reciente del partido, unos militantes de pueblo
llevaron una inmensa empanada gallega. Amalia le metió el cuchillo a aquello y se puso
como hay que ponerse: púa de empanada. Y acababa ya el acto cuando los militantes del PP
la vieron como preocupada, buscando algo:
-- ¿Necesitas algo, Amalia?
-- Sí, un papel albal para llevarme la empanada que ha
sobrado, que es una pena que se quede aquí.
Ole... Y le dieron el papel albal, lió la empanada y se le
llevó a Madrid al Ministerio. A ganar las elecciones con el voto de las gordas. Porque da la talla.
Curro Romero, 40 años de
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