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                    | Cartel de García Ramos para la Feria de Sevilla
                    de 1912 | 
                   
                 
                Todos los días se aprende algo. Yo creía que lo sabía todo el materia
                de claveles, y más en estos días de feria, del clavel que me diste... Pero he tirado al
                pozo mis ilusiones, al darme cuenta de que no sé una papa de claveles. Yo me creía que
                estaba el clavel reventón, el clavel del señorito, la clavellina, el clavel doble. Me
                faltaba la variedad principal, que me acaba de descubrir la Asociación Pro Derechos
                Humanos de Andalucía: el clavel limosnero. ¿Cuál es? Pues cualquiera de esas
                variedades, pero en manos de una gitana de Granada, con el que la buena señora te da el
                coñazo de manera absolutamente insoportable para que se lo compres. La gitanita hace las
                filigranas más increíbles con el clavel limosnero, hasta que, harto, se lo compras.
                Primero te lo mete por la cara, después te lo intenta engarzar en el ojal de la solapa, o
                meter en la mano. Hacen muy bien las gitanas del clavel limosnero, todos tenemos que
                comer, y los gitanos son una raza tan respetable o más que los payos, como me ha
                enseñado con coplas hermosísimas Luis Galán, el de Makandé, la comparsa de los
                gitanitos del Puerto, que estarán como su nombre indica, loquitos perdíos, con el
                triunfo de su Tío Curro.
                Suscribo, pues, por respeto y admiración a
                la raza calé, la reivindicación que la Asociación de los Derechos Humanos hace de la
                gitana del clavel. Pero se han quedado cortos. Les han faltado dos cosas. La primera, la
                reivindicación del derecho que tenemos los payos a que no nos den el coñazo de esta
                manera con el clavel. La gitana del clavel tiene su derecho a buscarse las habichuelas
                como puede. Cierto. Pero no menos cierto que el payo que va por el Barrio de Santa Cruz
                tiene el mismo derecho a que lo dejen tranquilo. Con el clavel limosnero y con otra
                modalidad que se le ha ido viva a la Asociación de los Derechos Humanos: el romero
                limosnero, más pegajosa aún, por cuanto tiene encima la terrible maldición que anuncia
                que no se queje del mal que le venga aquel que viere romero y no lo cogiere. Y lo segundo
                que se le ha ido a referida Asociación ha sido una admonición fraterna a las gitanas del
                clavel limosnero para que renueven su reaccionario repertorio de súplicas. Esas súplicas
                son la perpetuación de la peor Andalucía de los señoritos: 
                -- Anda, marqués, cómprame un clavel, que
                te va dar suerte y te vas a comprar tres cortijos... 
                -- Anda, hermosa, cómprame un clavel, que
                tienes cara de duquesa y que llevas al lao a un mocito con planta de ganaero ... 
                La muy progresista Asociación debería
                procurar la renovación y puesta al día del repertorio de la gitanería en su defensa del
                clavel limosnero. Ni esto es modernidad, ni progreso ni nada. Entenderé que algo ha
                cambiado en Andalucía el día de feria que por los alrededores de la Catedral, una gitana
                de Granada me meta un clavel por la cara y me diga: 
                -- Anda, que tienes carita de director
                general de Infraestructura Operativa de la Consejería de Economía y Hacienda de la
                Junta, cómprame un clavel, que Chaves te va a poner el primero en la lista por Jaén. 
                No saben las gitanas clavelonas que a esos
                nuevos señoritos de Andalucía era a quienes les tenían que pegar el coñazo, porque son
                los que ahora tienen los hallares...  
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