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S.A.R. la Infanta Doña Cristina, tras anunciarse
su embarazo en BCN |
Se vio cuando la boda y se ve cuando el anuncio de embarazo. Me refiero a
S.A.R. la Infanta Doña Cristina, que está dejando en evidencia a su augusta hermana
Doña Elena. Eso no se le hace a una hermana. Claro que también quedan en evidencia
Andalucía frente a Cataluña y Sevilla frente a Barcelona. Las contradicciones del 92
vuelven. Los catalanes, para su Olimpiada, se llevaron el oro y el moro a Barcelona, y
nadie protestó dentro de Cataluña. Aquí abajo, en cambio, la Expo de 1992 fue una
fábrica de anticentralismo sevillano en el resto de Andalucía. Quedó la imagen de que
Sevilla le robaba a Málaga, a Huelva, a Jaén, lo que era suyo por el procedimiento del
tirón de Colón.
Llegó la hora de las bodas reales y Doña
Elena, por influencia de esa gran sevillana, currista, bética y capillita que es Doña
María de las Mercedes de Borbón, eligió para casarse la capital del Reino de San
Fernando. Doña Elena fue la más cualificada turista del AVE que llegó nunca a Sevilla.
No tuvo con la ciudad más vinculación que la boda. Y la gente se le entregó, le llenó
las calles, el Ayuntamiento la hizo hija adoptiva. Cómo sería la cosa, que hasta la
llamaban guapa... Si te vi, Sevilla, no me acuerdo. Si ha vuelto, ha sido para algo de
caballos en Pineda o en el Sicab. Para Doña Elena, Sevilla es algo así como un Jerez sin
bodegas, como un Jerez con Giralda, pero con caballos.
Y cuando fue que se cumplieron los días y
y fue concebido Felipe Juan Froilán Etcétera, el anuncio se hizo en Madrid, como Dios y
el centralismo mandan. ¿Cómo iba Doña Elena a venir a Sevilla a anunciar su embarazo,
si en Sevilla no había por aquellos días nada de caballos? Y al niño le llamaron
Froilán, que es un nombre muy sevillano... por los cojones. Monárquicos del sector
currista nos tuvimos que apresurar a decir que el niño sí llevaba un nombre sevillano,
hombre, que eso de Froilán de Todos los Santos, en latín de la calle Feria es Froilán
de Omnium Sanctorum.
En cambio, Doña Cristina se ha ido a vivir
a la Barcelona donde se casó, trabaja en Barcelona. A pesar de ello, no sólo no la han
hecho hija adoptiva, sino que le presumen en la cara de republicanos. A la hora de quedar
embarazada, los Reyes lo han anunciado en Cataluña, a pie de obra, y Doña Sofía ha
precisado que el niño nacerá en Barcelona, naturalmente. A nadie de la Casa Real se le
pasó siquiera por la imaginación que el niño de Doña Elena tuviera que nacer en la
ciudad que hizo a la augusta madre hija adoptiva. Es más: mientras Doña Cristina ha
aprendido a hablar catalán, sospecho que Doña Elena no ha aprendido ni a bailar
sevillanas.
¿Qué ocurre? Pues ocurre lo de siempre.
Que los Reyes serán Borbones, pero no son tontos, y saben que Cataluña es un pueblo y
esto de Andalucía es una pena muy grande. Que aquí, hagan lo que hagan, la gente se les
entrega, como se entregó la Muy Nupcial Ciudad de Sevilla, donde hay una multitud
enfervorizada, perita en bullas, dispuesta siempre a hacer de Jugador Número 12 en
procesiones, bodas, bautizos y entierros. Y que como Cataluña es un pueblo con conciencia
de nación y Barcelona una ciudad valedora de sus derechos históricos, pues que todos
unos Reyes de España, con todo su golpe de Corona y de Trono, tienen que meterse en
carretera para complacer a un pueblo en pie y decir que el niño, naturalmente, nacerá
allí. A su primo Froilán ni siquiera han tenido el detalle de traerlo para ofrecerlo a
la Virgen de los Reyes.
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