 |
Una de las momias incas halladas en los Andes |
"Somos las momias de güete, ah, ah, por
culo el cohete", cantaba aquella chirigota gaditana, y en los Andes han encontrado
unas momias incas que han dado la vuelta al mundo a través de la CNN, de la National
Geographic Society y medios conexos del imperio de los multimedia. Los arqueólogos están
la mar de contentos, porque las momias incas, híncala bien, de los Andes, o no andes,
estaban a 7.000 metros de altura, hace 500 años. Eso no tiene mérito. En vez de tanto ir
a los Andes, los de la National Geographic deberían venir más a Andalucía, que está
así de momias.
En Chile llaman momios a los carcas y aquí un momio es una
ganga, un chollete. "De momio" es de balde, y no del ala derecha del PP, por
ejemplo, sector Gabino Puche. Aquí la momia es la momia de toda la vida, en sentido
figurado de apergaminado, de resistente al tiempo. Hasta tal punto la momia designa a los
acartonados en el poder, que la palabra momia es ofensiva. A nadie se le ocurre, por
ejemplo, llamar momia al cuerpo incorrupto de San Fernando en la Capilla Real de la
Catedral de Sevilla, la que examinó con mayor rigor aún que los de la National
Geographic el profesor Romero Palanco cuando estuvo malita, porque aquí tenemos un
sentido tan humano de las momias que hasta se nos ponen enfermas, y llamamos para que las
cuiden a ilustres doctores de Medicina Legal, las momias van siempre lo legal hasta en
cuestiones médicas. Como tampoco son momias bajo ningún concepto los restos de Doña
María Coronel o de Sor Angela de la Cruz en una ciudad tela de aficionada a las momias.
Hasta tal punto Sevilla es aficionada a las momias, que si
los de la National Geographic hubieran venido aquí sin tanto cuento de los Andes, con lo
lejos que están los Andes, hubieran encontrado el milagro al que nadie da la menor
importancia, por sabido y conocido: que aquí las momias están vivas. Tenemos unas momias
vivitas y coleando. Algunas, hasta con bata de cola, ¿será por colear?
Será el clima, será la humedad del aire, pero Andalucía
tiene una tendencia natural a la momificación. Los doceañistas de la Constitución de
Cádiz, por ejemplo, se momificaron y al cabo del tiempo estaban encantados con las caenas
de Fernando VII. Lo que se entiende por fuerza viva es en Andalucía lo menos vivo que
existe. La fuerza viva tiene una tendencia natural a la momificación. En cada ciudad
andaluza hay clubes, casinos, peñas, que son yacimientos de momias mucho más importantes
que los de los Andes, y sin que estén tan lejos y tan altos. Hay cortejos
cívico-religiosos que son una exposición itinerante de momias a pie. Como los de la
National Geographic vinieran al cortejo de la Toma de Granada, al Corpus de Cádiz o al
Santo Entierro de Sevilla, se hartaban de catalogar momias. Porque la momia andaluza es
perfectamente catalogable: momias de la cultura, momias del espectáculo, momias de los
ayuntamientos, momias de la empresa. Hay alcaldes de la cosecha de
1979, el de Lebrija, el de Utrera, por ejemplo, que se han momificado perfectamente en
el poder, adoptando la cómoda posición fetal en el partido. Las momias no son de
derechas ni de izquierdas. Son de Andalucía, que da momias. Muchos antiguos progres
están momificados de directores generales de la Junta, un poner. Chaves mismo es una
momia del progresismo de la Platajunta. Lo que no saben los de la National Geographic es
que aquí las momias hasta ganan elecciones. Y por mayoría absoluta, no de cualquier
manera...
|