Los
dependientes de la zapatería de mi madre gastaban a los aprendices una novatada terrible
y cuartelera. A todo aprendiz nuevo, Rafael el encargado, trianero y guasón, le decía:
"Niño, llégate al almacén por la máquina de ensanchar estanterías". Y allá
que venía el pobre cargado con un terrible paquete de piedras, que tal era la fingida
máquina de la crueldad. Si Aznar fuera de Triana, ante la queja de Arzalluz le diría:
"No se preocupe, don Xavier, si no caben, vaya al almacén y diga le den la máquina
de ensanchar Constituciones". Y como tienen esa práctica en cargar piedras...
A Arzalluz se le ha quedado chica la
Constitución como a los colegiales el uniforme. ¿No le pueden sacar de ancho, echarle
las mangas? Y eso que le dimos la talla grande, XL. En la Constitución que nos iguala a
todos como la muerte hay tallas: talla S, , que gastan Murcia, Extremadura; talla M,
Andalucía y Galicia; talla L, Cataluña. Y talla XL, el País Vasco. Pero, claro, con
tantos fueros y tantos conciertos, venga a engordar, se les quedó chica hasta la talla
XL. Tendrían que hacer el plan de la sopa y la cebolla, como otros pueblos de España
hace muchos años que están a pan y agua, y caben. Pero los niños mimados siempre nos
chulean, y se les compra otro plumífero para ir al cole en cuanto protestan. No sé si
cabrán o no en la Constitución. Insisto en que el País Vasco entero cabe en la
provincia de Málaga, donde Celia Villalobos tiene un entorno electoral por lo menos igual
de numeroso que el de Arzalluz, y no se queja de nada, ni de que no le dan el Ave.
Mientras no digamos que bueno esta lo bueno de chantajes y mandemos a este señor por la
máquina de ensanchar Constituciones, seguiremos todos con las tallas S o M sin rechistar,
y él despreciando la XL.