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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo, martes 9 de marzo de 1999


¿Y el Día de la Abuela Trabajadora?

Manuel Pimentel
Lo que trabajan las abuelas y Pimentel no tiene ni un detalle con ellas...

He querido dejar pasar el Día de la Mujer Trabajadora para largar, porque no hay nada peor que una feminista encampanada en la fiesta de la Patrona, ¿o no, Lidia Falcón? Me parece muy bien el Día de la Mujer Trabajadora. ¿No me va a parecer bien, si soy hijo de una mujer que no hizo en toda su vida otra cosa que trabajar desde los 12 años? Cabría resaltar más el Día de la Mujer Trabajadora celebrando barrocamente el contrario: el Día de la Mujer que No Da Ni Golpe. Pero hay unas mujeres trabajadoras, y trabajadoras del hogar, a las que nadie les echa cuenta. Para ellas no hay horas, ni derechos laborales, ni leyes que la amparen ni puerta donde llamar. Son las abuelas. ¿Por qué se celebra el Día de la Mujer Trabajadora, y luego esa trabajadora es celebrada otra vez en el Día de la Madre, y en cambio no hay ni medio día dedicado a la Abuela Canguro? "Mamá, ven esta noche a quedarte con los niños, que tenemos una cena" es una de las frases más repetidas, sin que nadie nunca les haga justicia. El marido, cierto, siente y padece la maternidad, y Manuel Pimentel, que es un padrazo, prepara la Ley de Paternidad para que los tíos tengan sus diez semanas de permiso para cambiar pañales y dar biberones. Pero más pañales cambian y más biberones dan las abuelas, sin que el ministro de Trabajo tenga un detalle con ellas.

Yo encomendaría a las abuelas a la suprema protección de Amalia Gómez, que tiene una pinta de abuela joven que no se tiene. Estas abuelas jóvenes de ahora, de tan buen ver que las toman por hermanas de sus hijas cuando van con el coche-capota del nieto. Gracias a las abuelas viven los restaurantes en sus llenos del viernes y del sábado, hacen esas taquillas los teatros y los cines, se llenan los hoteles simpáticos de fines de semana de aniversarios de boda. Escriben cada año el memorial de agravios de la mujer trabajadora, que si tiene menos salario, que si tiene más paro, y nadie se acuerda de lo que esas abuelas azacanean en las casas: "¿mamá, por qué no coges el coche y vas al hiper?", "¿mamá, por qué no vienes a casa, que tienen que venir a arreglar la lavadora y tengo que salir?"

Nada, un año y otro, y nadie se acuerda de ellas. Abuelas jóvenes que quizá aún no han abandonado su condición de trabajadoras en activo, y que no tienen horas para echarlas en la casa de la hija. El gobierno y la sociedad se desentiende de ellas. En esa total desprotección, hasta están expuestas a que venga un gracioso y las llame suegras. Por ejemplo, el yerno...

 

 

 

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