Cada vez que Iberia cambia de presidente, para que se note, hay
que cambiarlo todo. Lo que funciona mal, que está muy bien, pero también lo que funciona
bien, que está muy mal. Cada nuevo presidente cambia los asientos, la vajilla, la marca
de papel del baño, la revista Ronda, los uniformes, el logotipo y el color de los
aviones. Y los directivos, por supuesto. Como si en España no hubiera expertos, han
nombrado para jefe de Marketing a un señor de fuera con nombre de hoja de afeitar. Y este
buen señor, como hay que cambiarlo todo, ha llegado a la conclusión de que el problema
principal de Iberia es la lengua castellana. Que si lo ponemos todo en inglés, todo este
mercado, hijo, será tuyo el día de mañana.
Y como para ganar mercado,
especialmente en América del Sur, donde como saben se habla chino, no hay nada como
renunciar a la lengua española, lo que en castellano se llamaba Gran Clase o Primera de
toda la vida será pronto First Class, toma ya. Ya le quitaron el nombre a Preferente, eso
con una cortina que es igual que Turista, pero más caro. Echaron la cortina más allá,
hasta Estados Unidos, y le pusieron Business. Lo que no sé es cómo a la Tercera le
siguen llamando Turista. Verás tú lo que va a tardar el del apellido de hoja de afeitar
en llamarle Coach, como en Norteamérica. Sí, ya sé que después de este artículo no me
van a pasar más como cortesía de la compañía a Gran Clase por la cara, cuando vaya a
las ciudades de las Antillas hermanas de Cádiz. Ni me importa. Me entraría algo por
cuerpo de tener que ir en un sector de un avión de la compañía española de bandera,
donde han arriado nuestra lengua para llamar First Class a Primera. Eso es una horterada
de Second Class. O de Third Class.