Los sillones de mimbre en la calle Sierpes, a la puerta del Círculo Mercantil. La huevería de Santa María la Blanca. La huevería del comienzo de la calle Arfe, frente al Mercado del Postigo, con su decoración de pinturas murales de corrales de gallinas y pollos. Los puestos de pavos vivos en el Mercado de Entradores por las Pascuas. Las barricas de sardinas arenques colocadas abiertas en el mostrador de las tiendas de comestibles. Las máquinas de partir bacalao para venderlo al detall en dichas tiendas. Las naranjas tontas con su envoltorio de papel. Cuando todas las palomas de la Plaza de América eran blancas. Cortar por el Patio de los Naranjos para ir desde la calle Alemanes a la Plaza de la Virgen de los Reyes, entrando por la Puerta del Perdón y saliendo por la del Lagarto. El anuncio "Siete, Siete, Siete Puertas, usted tiene la ventaja" cantado en la radio por Los HH (Hermanos Heras).
Los Norman (familia Peña), acróbatas en bicicleta y monociclo, que eran del Cerro del Águila y que actuaron durante muchos años en los circos Americano, Arriola y Price. El vendedor ambulante de palomitas, cantando en su pregón: "Palomiiiiitas cordobeeesaas, quen ricas y quen güeeenas". El paso a nivel de La Enramadilla, por donde pasaba el tren de Alcalá de Guadaíra hasta la estación de San Bernardo, donde llegaba los panaderos con sus mulos con angarillas de lona blanca para el reparto por la ciudad. Estas mismas vías tenían acceso a la desaparecida fábrica de Hytasa, tanto para descargar carbón para la central térmica que disponía como para cargar las balas de algodón con destino a Cataluña. El campanero Mendoza, llamado El Hom--PUNTOAPARTE--
Los burros de los alfareros de Lebrija y de Salvatierra de los Barros, con angarillas de red de esparto cargadas de búcaros y otras vasijas, pregonando por las calles: "Búuuucaros finos". El caballo de cartón del retratista del baby en los Jardines de Murillo. Los caramelos de café con leche, cuya envoltura llevaba en su interior cromos con fotos de Manolete toreando; que al que le salía "la cornada de su muerte", le regalaban una pelota Pelikan buenísima, cuando la mayoría de los chavales jugaban al fútbol con pelotas de trapo. Las primeras lavadoras de turbina, marca Bru, que incluso se podían alquilar por horas. Las dos calesitas de la Plaza de España, tiradas por burros llamados "morunos" por su poca alzada, que sabían más que el dueño, pues daban la vuelta completa a la plaza, sin cochero, solos, y no se pasaban ni un milímetro al llegar a la parada. El alquiler de bicicletas y triciclos allí mismo en los aledaños a la Plaza de España. El mini-zoo de los Jardines de las Delicias, junto al Instituto Murillo, con su león enjaulado.
Los relojes que tocaban de premio en las cajitas del Avecrem. Las carterillas de azafrán El Aeroplano, que traían una carta de la baraja española que podías ir recortando y guardando para jugar. Los primeros yogures, marca Frigo, con cuyos vasitos encerados nos hacíamos los primeros gualquitalquis mediante la unión de un hilo. La pista de Hielotrón en Montequinto, que salió volando en un temporal de fortísimo viento que hubo, y que también se llevó por delante el avión varado en tierra que había en la cafetería del aeropuerto de San Pablo. Los basureros con las espuertas en la cabeza, subiendo de piso en piso para recoger la basura que en las casas se tenían en los cubos de basura y que ellos vaciaban directamente a la espuerta y después descargaban en el carro tirado por mulos. Algunos años después, cuando el Ayuntamiento ordenó que la basura se pusiese en bolsas, se bajaban a la calle a partir de una hora de la noche y se depositaban directamente en el suelo al pie de un árbol o una farola.(Redactado con recuerdos enviados por los lectores al correo: redcuadro@yahoo.es )
 

ANTERIORES TEXTOS DE ESTA SERIE: