ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 9 de enero  de 2016               
                             
 

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Desavíos

Al lector que el sábado pasado nos enviaba foto con el letrero de "Se apartan bicicletas" en una juguetería, con vistas a los regalos de los Reyes Magos, vamos a tener que hacerlo fijo de plantilla en estas sabatinas del habla sevillana; y a lo mejor incluso Montoro nos convida a sus primeras mensualidades de la Seguridad Social. Porque vuelve a enviarnos otra fotografía que demuestra también que el habla sevillana no solamente se pronuncia, sino que se escribe. La foto es de una tiendecilla no sabemos si de barrio o de pueblo, en cuya muestra y en cuyo toldo pone el título del negocio: "Desavío La Cruz"

Óle.

Eso es escribir en sevillano y en corto y por derecho. Porque se pronuncia "tienda de los desavíos", pero se escribe "desavío" a secas. Un desavío en Sevilla es una tienda de conveniencia, que abre a deshoras y encuentras en ella todo lo que se te olvidó comprar para la casa. Las tiendas de los desavíos dan vida a los barrios. Son tan tradicionales como esos mismos barrios históricos. ¿A que apenas hay tiendas de los desavíos en Los Bermejales, en Sevilla Este y en los barrios de nueva planta? Sin embargo, en La Feria, en La Macarena, en Triana, en la Ciudad Jardín, los arrabales y collaciones de siempre, están llenos de tiendas de los desavíos, que son como ampliaciones de los viejos "despachos de pan y tortas". Incluso hay desavíos que ni ellos mismos saben que lo son. Las tiendas de los chinos que abren casi las 24 horas y desde luego todos los días del año ("yo soy feliz con mi gente"), Jueves Santo y Año Nuevo incluidos, son en realidad desavíos orientales: que se han orientado los joíos chinos, vamos. Desavíos en los que encuentras de todo y por su orden:

-- ¡Al fondo, aliba, segundo pasillo!

Como el Cortinglés, que le vio la punta comercial a los desavíos y puso su cadena de Opencor. Que si su baranda Don Dimas tuviera paladar, daría desde Madrid órdenes de que en Sevilla se llamara DesavíoCor. Lo que en realidad son: tiendas de los desavíos por lo fino. Y para que en este punto no falte nuestro habitual palito a la burra al desprecio del DRAE por Andalucía, digamos que los académicos de la RAE se ve que no viven en Sevilla, ni han comprado nada un domingo en un desavío, porque únicamente dan una definición para esta palabra tan nuestra: "And. Trastorno producido a alguien." Pues miren ustedes, excelentísimos señores: los desavíos son precisamente todo lo contrario de lo que ponen en el DRAE. Gracias a los desavíos no hay trastorno alguno en casa cuando echamos en falta algo con las tiendas ya cerradas o se nos olvidó de comprar el pan. Se ve que ningún académico de la Española, como nuestro comunicante, ha pasado siquiera por la puerta del "Desavío La Cruz".

Esto, por lo que respecta al lector que, fotos del teléfono móvil en mano, nos da el jornal ganado casi todos los sábados. Y ahora vamos con una bronca del tendido. Otro lector nos la da porque hablando del Día de la Devolución usamos un, digamos, madrileñismo. Nos dice: "Usted mejor que nadie debería saber que en Sevilla, el día después de Reyes y durante todo el año, no se devuelve, se descambia. Devolver aquí es vomitar." Claro que lo es, amigo: "Este niño está malito; devolvió toda la papilla en cuantito su madre acabó de dársela". Por eso no suenan mal las puertas de salida y evacuación de los campos de fútbol, los "vomitorios". Que en otros sitios serían lo que provoca el vómito o donde se vomita, pero aquí, como tenemos en los tuétanos la civilización romana de los mármoles de la calle Aire y el habla sevillana está tan próxima al latín de la Bética, es el "vomitorius", la puerta de salida del anfiteatro de Itálica mismo. Lo de vomitar sólo lo usamos con sentido peyorativo, frente al "devolver", en "vomitona": "¡Vaya tela cómo dejan los niñatos de vomitonas los alrededores del Salvador después de sus botellonas de fines de semana!" ¿A que sí, don Ignacio Trujillo Berraquero?

 

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