TVE tenía que haber mandado de enviada especial a Doña Adelaida. Lo hubiera contado más o menos así: "Hija, pues me he llevado una gran decepción, porque resulta que el que iba a ser Rey el gordo, el de la servilleta de picnic en la cabeza, el que tenía cara de ser amigo de Jesús Gil o socio de Román en una urbanización de San Pedro Alcántara, sí, hombre, el gordito con cara de buena persona y de estarse pegando la gran vida en Los Monteros, pues ya no es el Rey. Ahora resulta que el Rey es el que tiene pinta de inglés y saluda el retrato del padre como un inglés de la película de Lawrence de Arabia. Pero no es el hijo de la alta y rubia, de la señora estupenda del pañuelo, que es talmente Grace Kelly tres cuartas más alta y sin Rainiero y los pendones de las hijas al lado. El que va a ser Rey, bueno, que ya es Rey, no es el hijo de la mujer del Rey, sino de otra mujer que tenía antes, como Julián Contreras, pero en mora. Pero, escucha, déjame que te diga: mira cómo la quería a la otra, a la de verdad, a la de ahora, a la rubia, que como ese hombre estaba en todo, aunque no se fiaba del hermano y por eso quiso poner a su otro hijo, pero nunca se olvidaba del otro hijo, del que había tenido con la rubia y alta y resultona, nunca se olvidaba de su Paquirrín, y a su Paquirrín lo va a dejar muy bien situado, que la rubia le pidió cuando estaba en el lecho de muerte que lo nombrara heredero, y lo ha nombrado heredero, pero no heredero suyo, sino heredero del otro que tampoco era heredero, pero que lo puso porque no se fiaba del hermano, y es que le habían soplado que el hermano saldrá un día de éstos en lo que está montando Jesús Gil en Ceuta o en Melilla, ¿tú no has visto la pinta de árabe rico de Marbella que tenía el que no puede ni ver al hijo de la otra?"