Tomó la autodeterminación de ponerse su apellido cruzado sobre
el pecho en forma de banda, que parecía un Cervera el día de la Virgen del Carmen.
Cogió su apellido como gallardete y lo paseó, del bracete de Melanie Griffith, por toda
la Quinta Avenida. Lo habían nombrado mariscal del Día de la Hispanidad, con mando en
plaza en el Bronx y el Harlem Hispano, pero más bien parecía una versión masculina,
bastante masculina, de una Reina de los Juegos Florales de la Raza. Emocionante. Mire
usted la erizada de vellos que se me ha puesto en el brazo... En la liquidación por
derribo de toda idea del Reino de España, nos quedan estos García Sanchiz de nuestra
hora que españolean por el mundo, coros y danzas de sí mismos, pabellones de España en
la hoguera de las vanidades de Nueva York. A saber: la selección española jugando en Tel
Aviv; dos Iglesias mejor que uno vendiendo hasta en Pekín millones de discos en
castellano; Montserrat Caballé cantando De España vengo con acento catalán;
Plácido Domingo abriendo restaurantes para que en su imperio no se ponga el sol de la
paella y la sangría. No le ganamos a Italia en el Mundial de Fútbol de 1982, pero
Banderas le ha marcado a Italia el gol de Marcelino, españolizando el italianizado
Columbus Day de Nueva York.
Así que con su apellido en
todo el pecho, va Antonio Banderas tan tranquilo y rojigualdo por la Quinta Avenida.. Ni
que decir tiene que la fotografía fue hecha en Nueva York. Estamos llegando a un punto en
que una fotografía de un señor con la bandera de España sólo puede ser hecha o bien en
Nueva York o bien en un partido de la selección de Camacho, sin que le digan que es un
fascista, un españolista, un opresor de los derechos de los pueblos peninsulares y no sé
cuántas cosas más. Esa fotografía de Nueva York es la que Banderas nunca se podría
haber hecho en San Sebastián cuando fue a presentar El Zorro. Banderas es un tío
muy bragado, pero no un insensato, y sabe que así se puede salir tranquilamente en Nueva
York, que está en los Estados Unidos, pero que en San Sebastián, que está en el Reino
de España, es una inútil temeridad. De momento, Nueva York, que está en Estados Unidos,
es Nueva York y no New York. Pero San Sebastián, que está en el Reino de España,
no es San Sebastián, sino Donosti. Que ya tampoco está en Euskadi. Ahora está en
Euskalerría.