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Arrakis ha sido comprada por British Telecom |
Vuelve a cumplirse el que llamé
Efecto Cruzcampo. Que explica que la mayor empresa de Andalucía sea la Junta. Los
muchachos que salen de las Universidades catalanas quieren montar una empresa. Los
muchachos que salen licenciados de las Universidades andaluzas quieren colocarse en la
Junta. Lo dijo Alvarez Colunga en su toma del frasco como presidente de la CEA. Por mucho
que se empeñe Chaves en desmentirlo con las palabras y con esos discursos tan
emocionantes que arrebatan a las masas, padecemos una sociedad subvencionada. Los mayores
le cortan la mano al que le toque las pensiones. Los más jóvenes hasta matan en la
carrera de las oposiciones a funcionarios. Ahora que se celebra el cabo de año de La
Codorniz hay que recordar el chiste del andaluz Tono, un Ministerio en plan Oficina
Siniestra lleno de funcionarios de manguitos y visera, y un perplejo que pregunta:
-- Sí, hay muchos funcionarios, ¿pero
funciona?
Hay tantos funcionarios en la Junta, que ya
ven ustedes como funciona. Aquí todo el dinero público se va en gastos corrientes. Si
todos los que viven del partido de su marido hubieran ido ayer tarde a la conferencia de
Carmen Romero en Antares, el acto hubiera tenido que celebrarse en el campo del Sevilla,
frente a donde vivía de soltera. Aquí de empresas andamos cortitos con agua, entre otras
cosas porque poner una empresa es una yincana. Fátima Morote, una emprendedora sevillana
que ha montado su empresa, me ha contado su aventura burocrática, y era entre novela de
horror y teatro del absurdo.
La mentalidad de la subvención llega hasta
los empresarios. Aquí, cuando una empresa va mal, se pide una subvención a la Junta y se
le llora un poquito a Chaves. Y cuando esa empresa va bien, se pega el pelotazo y se vende
a unos extranjeros. Y a vivir de las rentas de las rentas, que dicen que en eso consiste
ser rico de verdad. A este fenómeno le llamo el Efecto Cruzcampo. Salvo honrosas
excepciones, es lo que hizo el accionariado andaluz: vender a la Guinnes. Como el aceite
de Córdoba se le vendió a los franceses y como las bodegas de Jerez se les vendieron a
los ingleses y a los americanos. Símbolos tan andaluces como el vino o el aceite están
en manos extranjeras. Más que Antonio Banderas, los debería mejor anunciar su mujer,
Melanie Griffith.
El último ejemplo del Efecto Cruzcampo ha
sido con una empresa joven y sevillana, situada en cabeza de un sector del mercado
innovador y creciente. Arrakis es el principal
distribuidor de Internet en España. Desde la Isla de la Cartuja, conecta a cerca de
70.000 españoles con el invento revolucionario del futuro. Aunque usuario de otra empresa
más sevillana todavía, que hasta lleva el nombre del emperador Adriano, Adriano 16, a mí me
enorgullecía coger la Lancha de Peana, ponerme a navegar por Internet y ver que la
sevillana Arrakis era puntera. De algo sirvió la revolución de mentalidades, la fibra
óptica y la tecnología punta del 92, para que Sevilla fuera virtualmente la capital de
Internet de España. Pero como era tan rentable, estos señores de Arrakis, aunque
jóvenes y emprendedores, se han comportado exactamente igual que la derecha rancia del
accionariado de Cruzcampo. Le han vendido la empresa a British Telecom y han pegado el
pelotazo. Así que no solamente no nos devuelven Gibraltar, sino que los ingleses se nos
meten hasta en La Cartuja. Con lo de Arrakis veo que aquí, por indolencia de los
nuestros, hay ya más ingleses que botellines de cerveza.
Información sobre la
venta de Arrakis en "El Navegante de El Mundo"
Cartas al director de El Mundo de Andalucía :
andalucia@el-mundo.es
Correo a Antonio Burgos
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