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Granada, con Sierra Nevada al fondo |
Llegan los niños del Instituto:
-- Mamá, que la semana que viene no hay
clases...
-- ¿De qué es ahora la huelga?
-- No, no es huelga, es la Semana Blanca.
-- ¿Y qué es lo que rebajan, hijo?
A la madre, habitualmente, lo de Semana
Blanca le suena a rebajas de las rebajas, a liquidación de las oportunidades. ¿Dónde
era la Semana Blanca? ¿En el Cortinglés o en Galerías? Desde luego, en un sitio que
rebajaban las sábanas, los cobertores, las toallas, lencería de hogar, tercera planta.
El nombre no está mal puesto. Total, la Semana Blanca escolar suena a lo que es: a
rebaja. Rebaja de la calidad de la enseñanza, rebaja de la presencia de las Humanidades
en los planes de estudio, rebaja de las exigencias docentes, rebaja hasta de los
exámenes. Ahora, en vez de exámenes, hay Tío Páseme Usted El Río, eso de suspender a
un alumno y que tenga que repetir curso sabe usted que es una cosa completamente fascista,
retrógrada y carca. Lo progresista es repartir aprobados como si fueran chupachules...
-- O preservativos, maestro, o
preservativos...
Claro, ejercer de lo mismo que el tío
zarrapastroso de la Casa de Higiene de la calle Rivero de Sevilla o que El Cubanito en
Cádiz es ahora lo más moderno y progresista que se despacha. Y se despachan en los
planes de estudio pases de todas las marcas para superar los cursos sin tener que doblarla
ni pegar los codos a la mesa. Así tenemos, al mismo tiempo, el mayor índice de alumnos
escolarizados y el mayor índice de fracaso escolar, el mayor número de jóvenes
licenciados y el mayor número de licenciados en paro. ESO es un prodigio. Hasta el punto
de que me lo contaron ayer las lenguas de doble filo, que ahora los exámenes de
septiembre van a ser en junio...
-- Pare usted el carro, ¿cómo es ESO de
que los exámenes de septiembre van a ser en junio?
Pues de la misma forma de que nos hemos
inventado la Semana Blanca en el país más seco, desértico y árido de Europa. Hombre,
la Semana Blanca tiene su razón de ser en Suiza, donde todo el año es Semana Blanca.
Pero aquí, como todo el año es Carnaval, nos inventamos la Semana Blanca. Crear la
Semana Blanca es un país pre-sahariano es ganarse por la mano un suspenso en Geografía,
pero como ya no hay suspensos, pues que siga el albondigón, caiga quien caiga. La Semana
Blanca está muy bien para los colegios de Baqueira Beret, incluso si me apuran para los
de Granada. ¿Pero qué hace un chaval de Ecija, que es la sartén de Andalucía, en la
Semana Blanca?
--- Pues está clarísimo: comprase un
equipo de esquí e irse a la nieve, o alquilarlo, si no tienen dinero, o pedirlo
prestado...
Nos guaseamos de los jubilados del Inserso,
pero la Semana Blanca es como los juveniles del Inserso, con el forro polar en lugar de
chandal. De la norma comercial de "el cliente siempre tiene la razón" se ha
pasado al criterio docente de "el alumno siempre tiene la razón". En la Escuela
de Minas de Oviedo, hasta echaron por votación a un catedrático hueso. Para ser
catedrático no solamente hay que ganar las oposiciones, sino caer simpático. Y, por
descontado, estar completamente de acuerdo con esta locura de la Semana Blanca en una
tierra donde la nieve apenas está en el congelador del frigorífico, porque suele ser no-frost.
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