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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo, lunes 19 de octubre de 1998


Teólogos del Rey

Fidel Castro con su "compañero Juan"

El Rey, con Fidel Castro en la cumbre de Oporto

Vaya por Dios. Me ha fallado la semanal visita de Pero Grullo, quien al menos tiene la cortesía de excusarse: "Burgos, que no puedo ir por su escritorio porque tengo que decirle a la Maja de Mirurgia cómo debe ponerse la mantilla para La Boda, pero no se preocupe, lea lo de Peñafiel, que se lo dará hecho como yo suelo los domingos." Y leo a Jaime Peñafiel en El Mundo y me lo da hecho. Cuando el Rey se despelotó, de entre las voces de escándalo, sólo dos se alzaron contra el general rasgamiento de vestiduras ante la ausencia de regios paños de pureza. Lo que me hace pensar que el Rey se tiene que despelotar todos los días. No despelotarse con el culo en pompa y circunstancia, sino despelotarse de risa. Leyendo los periódicos. Al Rey con los periódicos tiene que pasarle como a Dios leyendo las tonterías que ponen los libros de Teología. Dicen que los teólogos son los bufones de Dios, porque el Supremo se despelota de risa con las tonterías que ponen de Él. Y los periodistas debemos de ser todos un poco teólogos o bufones obligados del Rey, que con lo que le gusta una guasa y un pitorreo, es que se tiene que partir de risa con las cosas que se escriben de su negocio, que se llama España. Ya se sabe que en cuestiones de negocio, el que la lleva la entiende. El ojo del amo engorda el caballo. Y no creo que el Rey, que aprendió equitación de los principios en Estoril y de las circunstancias en la Academia Militar de Zaragoza, permita que le dejen el caballo del Cid convertido en un caballo de pica de los antiguos, de cuando no eran de percherona raza bretona.

Me estoy imaginando al Rey a esta hora en que escribo, en el desayuno del domingo, con los periódicos por delante, tirado de risa: "Sofía, escucha, oye qué tontería más grande pone este tío aquí sobre la unidad de España..." La Reina no, porque es más estirada y distante, pero el Rey, tirado de risa. Tiene que ser una delicia leer los periódicos cuando se conocen las claves que todos ignoran. Ponemos lo que queramos poner, pero aquí nadie ha dicho nada de ese teléfono del Rey: "Oye, mira, Jordi, escucha...", "Oye, mira, Xabier, que a ver si..." En todo este fregado de la Constitución y del propio concepto de España nos creemos que el Rey es un señor que se dedica a vestirse de lagarterana con Fidel Castro en Oporto, cuando estoy convencido de que lleva el toro de España más toreado y con la muleta planchada que nadie. A otros les van quizás los sentimientos, pero al Rey le va su propio oficio, su condición y su razón de ser. Más difícil era desmontar una dictadura, y ya ven la obra de arte que hizo, que no se le reconoce porque los españoles somos remisos a admitir los méritos en vida. No le alquilo las ganancias a quien tenga que pagar la cuenta de teléfono del Rey de estas semanas, pero estoy convencido de que, sin que nadie lo sepa, está diciendo a los tres tenores que bajen el diapasón, a los otros que cuidado con el cirio, que la procesión es larga, y a los de más allá que ni los hombres ni las naciones somos escopetas... Sólo que esta vez no nos estamos enterado del "tranquilo, Jordi, tranquilo". O del "tranquilo, Xabier, tranquilo..."

 


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