"Ea, pues vamos al intermedio/y para alegrar la espera/suenen las notas juncales/de la música torera" de las palabras sevillanas en trance de pérdida, que tenemos en las últimas semanas bastante abandonadas en estas sabatinas del habla andaluza. Y antes de meternos en harina digamos que el habla aplica hasta tal punto el nuevo dogma civil de la igualdad de género para librarse de la Inquisición de lo Políticamente Correcto, que hay palabras y palabros. Desaparecen por falta de uso muchas palabras sevillanísimas, y su espacio, por aquello del "horror vacui" barroco e hispalense, lo llenan inmediatamente los palabros. Leo un mensaje de un político que dice que no sólo hay que "visibilizar" la violencia de género, sino que acabar con ella. Pues no dejen de hacer lo segundo. Y cuanto antes. Y si llegan hasta donde se oyen los ronquidos de algunos durmiendo la siesta butaquera, hasta Pamplona, pues mejor.
La gente cree que por usar esos palabros de los políticos es más culta. Y ocurre que es más ridícula, que no es lo mismo. Dicen "visibilizar" en vez de "resaltar" o "poner de manifiesto". Pero como eso de "poner de manifiesto" les suena quizá al culto al Santísimo en la Custodia, pues ya me contarán. Hacen todo verbo habido y por haber terminado en "-izar": "culpabilizar" en vez de culpar; "ponderizar" en vez de ponderar; "focalizar" en vez de destacar o centrar; "benevolizar" en vez de dar por bueno; "mesurizar" en vez de medir; "gestualizar" en vez de hacer gestos... Menos izar, izar, lo que se dice izar la bandera de España y rendirle los debidos honores, lo que quieran en asunto de "izar".
¿De verdad o de mentirijillas? Esto "de mentirijillas" es algo que se está perdiendo en el habla sevillana. Los pedantes de la moda del "izar" dirían "mentirizar". Que es una forma de martirizar nuestra riquísima lengua. Llena de expresiones propias que se pierden, como "embuste". Aunque hay un tío que lo vende en La Campana delante de Zara, cada vez se oye menos llamar "palodul" al "orozuz de palo". Como tropezar es "trompezar", ¿por analogía con "trompo"? Quizá. Igual que el esparadrapo, como es de tela, la etimología popular lo convierte en "esparatrapo"? Hablando de palo, la pinza para poner a secar la ropa ha sido siempre el "alfiler de palo", precioso término. Y por asimilación con el santo del dedo tieso, el zaguán era el "sanjuán". Y lo que ocurre "antes" es aún más alejado si lo decimos a la sevillana de barrio: "endenante".
Uno de por ahí no se entera si no le explicamos que la algofifa es la bayeta de limpiar el suelo. Y que aquí la escoba, por aquello de la igualdad de género, cuando era de palma y con mango de caña, era el escobón. Los escobones hasta tienen su calle, y pasa por ella nada menos que la Madre de Dios: Escoberos. La sandía fresquita de estas fechas es la "asendía". Y restregar es "refregar", aunque ya no se lave la ropa usando el "refregador", que pueden encontrar en el Bazar Victoria trasladado a la calle Francos sin que nadie pidiera que hicieran Bien de Interés Etnológico (que lo era) su centenario establecimiento de Entrecárceles.
Los que el Ayuntamiento llama los "bolardos" eran los marmolillos. Contradicción sevillana suprema y clásica: los marmolillos no son de mármol, salvo los que hay delante de la parroquia de San Lorenzo. Los marmolillos suelen ser de hierro fundido. Y un "mixto restallante" para jugar los niños de los pueblos, en Sevilla se vuelve triquitraque. Palabra hermosísima y casi onomatopéyica, prima hermana de la traca valenciana en miniatura que es el juego. Los sevillanos no usaban trajes, sino ternos, por las tres piezas que lo componían: chaqueta, pantalón y chaleco. Ah, y cuando vemos por la calle a un perroflauta con rastas nos acordamos de cómo se le debería llamar si no se hubiera perdido la palabra en Sevilla: greñúo. No son rastas, son greñas. Pero dejemos los chismes. Que no son sólo trastos viejos o artefactos, sino también habladurías de las lenguas de doble filo. Que en el habla sevillana están embotadas y hay que llevar, niña, al afilaóooooo.
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